jueves, 29 de noviembre de 2007

Sijo: expresión de la poesía clásica coreana

Seguimos con nuestra sección Sipalki y Literatura (que también podría llamarse "La letra con sangre entra"), en esta ocasión para acercarte, querido lector, un interesante material sobre la literatura coreana clásica y el Sijo, su expresión más acabada. Dado que cualquiera que lea con mínima regularidad este blog imaginará que nuestra capacidad intelectual no da para elaborar un trabajo semejante, y que por esta razón sería inútil efectuar un flagrante plagio, una vez más cumplimos con nuestra obligación de informarte que el texto que sigue es de la autoría de Ricardo Sumalavia, de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Si deseas bajarlo de la Web en formato RTF, ingresá este link: bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/aladaa/sumal.rtf Como siempre, que disfrutes la lectura.




Sijo: expresión de la poesía clásica coreana

Por Ricardo Sumalavia, Pontificia Universidad Católica del Perú

La literatura coreana es tan amplia y variada como desconocida. En toda su historia, la península de Corea se ha visto reiteradamente amenazada e invadida por otros reinos, forjando así, en el espíritu de sus habitantes, una mentalidad predispuesta al aislamiento como medio de protección y salvaguarda de su identidad. Sólo hasta hace unas décadas esta cultura se ha abierto al mundo y empezado a divulgar sus diversas y valiosas manifestaciones culturales. En el caso particular de su literatura, queremos destacar la gran difusión y desarrollo dentro de este país de una forma poética de gran excelencia: el sijo.

Para entender los diversos momentos de esta expresión poética es imprescindible conocer la tradición oral y escritural de Corea. La tradición literaria coreana ha sido fundamentalmente oral. Incluso, aún en estos días, conviven tanto esta forma de expresión como la escrita, influyéndose mutuamente. Su literatura escrita se inició entre los siglos IV y V dC. con el uso de los caracteres chinos y luego, valiéndose de esta caligrafía en amplitud, consiguió desarrollar una escritura llamada hyangchal, modo de expresión de la lengua coreana usando los caracteres simplificados del chino.

La lengua coreana es compleja en su composición silábica y por esta razón difícil de adaptarse a la caligrafía china y sus simplificaciones. De ahí que el hyangchal mostrara pronto sus limitaciones y se acentuara su desuso. En su lugar se creó un nuevo alfabeto en el siglo XV llamado hunminjungum, “escritura correcta para enseñar al pueblo”. Este tipo de escritura fue adecuado para la divulgación del pensamiento coreano y, en especial, su literatura; alcanzando un conveniente desarrollo a través de mejores medios de expresión. Sin embargo, durante el reinado del gobernante Sejong en 1443 se instituyó el alfabeto hangul, aún más depurado y de una notable sencillez que perdura hasta nuestros días y que fijó las bases para la posterior literatura escrita en Corea.

Cabe mencionar que la literatura coreana, a pesar de gozar de una escritura propia, continuó escribiéndose entre los nobles a través de la caligrafía china. Así podemos encontrar muchos textos clásicos que, inclusive, intercalan los ideogramas con el hangul. Justamente el sijo y otras formas de poesía coreana se escribieron tanto en caracteres chinos como coreanos. Pero, particularmente el sijo se adaptó con mayor facilidad a la nueva escritura.

El sijo se expresó originalmente entre cantos, recitaciones, textos escritos que recogían la tradición oral y luego en poemas escritos sólo para el placer de la lectura de los nobles. No hay una fecha ni publicación determinadas que revelen los orígenes de esta forma poética. Se piensa que se desarrolló a finales del reino de la dinastía Koryo, entre los siglos XIII y XIV, hasta alcanzar gran popularidad durante los quinientos años de la dinastía Choson. Lo único verificable es que el sijo no desapareció junto con este reinado, pues hasta nuestros días continúa su creación y aceptación entre los poetas coreanos, aunque, claro, con algunos cambios que los distinguen del sijo antiguo. Los estudiosos de la literatura coreana han preferido distinguir al sijo clásico, el cual alcanzó su esplendor en el siglo XVI, del sijo de la época moderna, remozado durante la colonia japonesa en las primeras décadas de este siglo con el fin de revivir las viejas y arraigadas tradiciones coreanas. Sin embargo, el estilo de ambos momentos del sijo no presenta diferencias sustanciales.

Los investigadores no están de acuerdo sobre cuándo se fijó la estructura del sijo. Una teoría sostiene que éste evolucionó de las tres estrofas del hyangga, poema lírico tradicional en diez versos. Otra afirma que el sijo derivó de las canciones tradicionales difundidas en la segunda mitad del reino Koryo en el siglo XIII.

Aunque el origen del sijo podría remontarse a esta etapa del reino Koryo, su florecimiento alcanzó la plenitud durante la dinastía Choson. Es indudable que el sijo, al margen de sus posibles orígenes, haya recibido la influencia de la poesía china. Mas su carácter e inserción en la tradición literaria coreana rápidamente le proporcionaron su autonomía y calidad.

El lenguaje y la forma concisos del sijo correspondieron a los cánones estéticos de la clase yangban, que constaba de las nuevas familias de funcionarios que dirigieron la administración política, económica, social y cultural del reino durante el periodo Choson. Esta clase consiguió manifestar su sensibilidad a través del sijo y su escritura en hangul.

Si pretendemos comprender la naturaleza de esta forma poética, conviene detenerse un momento en las acepciones de su nombre. Éste proviene de las palabras sijolgajo, y sijolga, que significan “la canción de esta temporada” y la palabra jo, que significa “melodía”. También el sijo puede entenderse como el término opuesto de la palabra Kojo que significa “antigua melodía”. Etimológicamente, la palabra sijo siempre ha estado estrechamente vinculada a la melodía y la canción; y de ahí podemos colegir que el sijo se popularizara prestamentemente como una canción y no tuviera una versión definitiva en las diversas colecciones donde aparecía.


Estructura

Respecto a su estructura, debemos decir que el sijo consta de tres versos, los cuales se dividen cada uno en cuatro segmentos o umbos (en coreano). Cada umbo posee tres a cuatro sílabas, teniendo un aproximado de quince sílabas por verso y un total en el sijo de alrededor de cuarenta y cinco sílabas. En su estructura básica, los umbos de cuatro sílabas aparecen con frecuencia y son llamamos pyonumbo (umbo estándar), a los umbos de menos de cuatro sílabas se les conoce como soumbo (umbo corto) y a los umbos de más de cuatro sílabas, kwaumbo (umbo largo). Podemos resumir la forma métrica general del sijo de la siguiente manera:


3 4 3(4) 4

3 4 3(4) 4

3 5 4 3(4)


Como se puede observar, la tendencia en la composición del sijo es alternar los umbos cortos y largos al inicio de los versos. Entre paréntesis indicamos las posibles variaciones. También es norma que el primer umbo del primer y segundo versos se inicien con tres sílabas, así como el tercer verso siempre se presente con una exclamación en tres sílabas y le continúe otro umbo de cinco o más sílabas. En el siguiente sijo del poeta Jong Chol (1536-1593), podemos ver las características de esta forma poética.


Sacaré mi corazón

Sacaré mi corazón semejante a la luna de esta noche

Lo colgaré en lo más alto del firmamento

Y con él te iluminaré, oh, mi señor.


El primer verso suele describir un estado de contemplación donde interviene directamente el sujeto lírico o algún otro personaje. En el segundo verso, habitualmente se propone una pregunta, un cuestionamiento o una confrontación entre los diversos objetos o sujetos contemplados, a partir de la cual, en el tercer verso, surgirá una resolución clara, una sentencia que describirá la armonía alcanzada entre el sujeto y su entorno.

Muchos poetas sobresalientes de la clase yangban, entre los que se incluye Jong Chol, aparecieron en la primera parte del periodo Choson. De ellos podemos mencionar a Lee Hyonbo (1467-1555), Lee Hwang (1501-1570), Kwon Homun (1532-1587) y Sin Hum (1566-1628). La temática predominante de estos poetas se desarrolló entorno al confucianismo y la vida contemplativa en busca de la armonía con la naturaleza y así eludir los problemas mundanos. Textos como El Calendario del Pescador (Obusasisa, 1651) y Nuevas Canciones de las Montañas (Sanjung singok) recogieron parte importante de los sijos más sobresalientes de la dinastía Choson. Entre éstos tenemos los siguientes poemas:


Sosteniendo una copa me siento y contemplo las lejanas colinas.

Si viniera mi amor, si viniera, alegraría este momento.

Yo adoro las montañas, pero ellas no hablan, no ríen.

Yun Sondo



Canción a los cinco amigos

Cuántos amigos me rodean: agua, piedra, pino y bambú.

Y me deleito con esta luna que surge sobre las montañas.

Permítanme tener sólo a estos cinco amigos.


Agua

Siendo clara la nube, a veces se torna negra.

Siendo límpido el viento, continuamente deja de fluir.

Mas sólo el agua límpida y fluida.


Piedra

La flor nace y se marchita con facilidad.

La hierba azul de pronto es amarilla.

Mas la piedra permanece.


Pino

Con el estío florece y con el invierno decae.

El pino no sabe de nieve ni de escarcha.

Sólo sabemos por la escritura de su raíz que va a los infiernos.


Bambú

No es árbol ni hierba.

¿Quién le envidia su rectitud y su vacío?

Así es el gusto de la cuarta estación por lo verde.


Luna

Eres pequeña para volar tan alto e iluminar todo lo creado.

Al anochecer eres la única iluminación.

Y eres mi amiga por callar tu propia contemplación.

Yun Sondo


En la segunda mitad del siglo XVII, el sijo, que era exclusivamente escrito por la clase yangban, empezó a ser compuesto por poetas que no necesariamente pertenecieron a esta clase. Durante este periodo el sijo, que hasta entonces había desarrollado formas más estilizadas, cobró un carácter más popular. Recopilaciones de sijos, como Canciones de la Colina Verde (CHONGGU YONGON, 1728) de Kim Chontaek y Canciones del mar del Este (HAEDONG KAYO, 1755) de Kim Sujang, pertenecientes a una naciente clase de comerciantes llamada chungin, son claras muestras de la difusión del sijo entre el pueblo. A diferencia de los yangban, el resto del pueblo coreano adoptó esta forma como un medio de expresión de su entorno y no como una poesía refinada y vana para sus propios fines. En igual sentido, estos poetas abandonaron definitivamente la caligrafía china y optaron por el hangul. Entre sus variados temas destacan, ya no la contemplación de la naturaleza, sino una crítica social o la frustración ante los diversos conflictos dentro de la sociedad. Como ejemplos de este cambio podemos mostrar los siguientes poemas:


Dejo a un lado mi larga espada y me siento a meditar.

Todo lo que yo creí se fue durante el sueño de una tarde.

¡Olvídalo! Las palabras no podrán cambiar mi destino.

Kim Chontaek


Oye, grulla, te mueves de aquí para allá alimentándote entre las yerbas rojas de la playa.

¿Por qué sigues buscando si tienes llena la boca?

El hambre es mi vergüenza y yo también debo moverme de aquí para allá.

Canción de una escena pacífica del sur.


Asimismo existió una cantidad considerable de sijos escritos por mujeres dedicadas a la complacencia de los hombres. Estas mujeres fueron conocidas bajo el término de kisaeng. Al llegar al segundo periodo de la dinastía Choson muchas de las kisaeng, además de ser notables bailarinas, se dedicaron al canto y se iniciaron en la composición de sijos. Si bien ellas no pertenecieron a la clase yangban, pretendieron asimilarse a esta clase a través de sus dotes poéticas. Esto se confirma al considerar que la musicalidad de sus sijos era diferente a la folclórica, pues el oficio de las kisaeng no pudo desligarse de la vida de la nobleza.

Los sijos de las Kisaeng representados por Hwang Chini fueron notables por expresar intensamente aquellos sentimientos encontrados. Aquí dos de sus más conocidos sijos:


La noche más larga del año la corto por la mitad

Y la guardo en el colchón del viento de primavera

Para liberarla cuando venga mi amante.

Deseo alcanzar la colina verde, amor apasionado.

Si el arroyo azul fluye, fluye ¿podría cambiar la colina verde?

Lamentablemente el arroyo azul no podrá olvidarla y se alejará llorando y llorando.


Como podemos apreciar, los sijos de las Kisaeng tuvieron una fuerte inclinación hacia el lirismo. Los sijos más renombrados de estas mujeres fueron los de Lee Kyerang (1513-1550), Mae Hwa y Myong Ok.

Al entrar a los siglos XVIII y XIX, diversos cambios históricos conllevaron a una reestructuración de la jerarquía social, sin embargo varias clases continuaron disfrutando de la creación del sijo. Y lo mismo podemos decir del sijo moderno, investigado y copiosamente practicado entre muchos de los poetas coreanos de la actualidad.

Finalmente, para terminar de presentar esta forma de expresión de la poesía clásica coreana, mostrar un famoso sijo de finales del siglo XVI del poeta Sin Hum.


Los primeros declamadores debieron padecer mortificaciones.
¿Habrán hallado mejor voz en la canción que en las palabras?
Si el cántico aleja las preocupaciones, entonces cantaré.

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