
En realidad, aclaro, me siento como debe haberse sentido Steve Austin antes de la operación que le restituyera sus miembros y lo dotara de capacidades sobrehumanas, tales como una vista superior a la de las águilas, con visión nocturna y rayos X para espiar a las señoritas por la calle, un brazo (el derecho) más fuerte que el de Arévalo, el grandote pelado que pulseaba con Gerardo Sofovich (nunca pero nunca nadie le pudo ganar a Arévalo, y el que diga que sí es un mentiroso, es el hombre más fuerte del mundo) y dos piernas capaces de correr a velocidades superiores a las de un automóvil, de saltar grandes distancias y de hacer alrededor de 3 millones doscientos mil jueguitos con la pelota, sin parar y sin apoyar el pie en el suelo.
Pero me fui por las ramas. Lo cierto es que mi estado físico actual es similar al que mostraba Austin cuando en la introducción del programa aparecía en camilla, con un respirador artificial y moretones.
En principio, por una lesión que data de hace unas tres semanas, producida por un Iob-Chagui lanzado con toda la potencia posible hacia la zona de mi falsa costilla. Este simpático golpe, administrado concienzudamente por un amigable compañero de práctica, fue particularmente molesto durante las primeras dos semanas, tornándose verdaderamente insoportable al efectuar los movimientos respiratorios de inhalación y exhalación, al punto tal de que logré memorizar los nombres de toda la parentela de mi querido compañero pateador de costillas.
Sin embargo, conforme pasó el tiempo, el intenso dolor fue cediendo hasta

La cuestión es que, casi recuperado de mi lesión en las costillas, ayer sufrí otra bonita lesión, fruto de un golpazo al efectuar un roll saltando por encima de unas sillas (y aquí quiero efectuar una nueva disgresión, para agradecer a mis compañeros de práctica, Marce, Soria, Fernando, mi cuñado Alejandro y mi hijo Gonza, que no se hayan reído a las carcajadas al verme en esa posición humillante que consiste en permanecer clavado en el suelo de cabeza, con el cuello doblado en un ángulo imposible sobre el hombro, las piernas separadas y semi flexionadas, agitándose en el vacío mientras se desplazan hacia el lado equivocado de la cintura. En serio, gracias a todos por reprimir las risas. Yo hubiera hecho lo mismo, muchachos, gracias).
Y, por cierto, están todos esos puntos de mi cuerpo que, yo lo sé, están siempre a punto de una lesión. Por lo general son aquellos lugares en los que anteriormente nos hemos lesionado. En mi caso, van desde los dedos pulgares, índices y medios de ambas manos, hasta la hernia en la cintura y la rodilla izquierda, oh y el codo izquierdo también, no quisiera olvidarme. Tú también tendrás varios de estos distritos corporales débiles, querido lector.

Y sin embargo, sucede algo extraño con las lesiones. Nos joden. No nos permiten entrenar con comodidad durante un tiempo. Nos impiden efectuar nuestras tareas habituales en el trabajo. Provocan que gente que no nos importa en lo más mínimo, y a quienes nosotros tampoco importamos en lo más mínimo, se acerquen a nosotros de todas formas y nos pregunten, con calculado tono de preocupación : "¡Qué te pasó!". Son motivo de insoportables visitas al traumatólogo, quien a esta altura ya debería habernos invitado a pasar Año Nuevo con él, dado el grado de intimidad alcanzado. Son la causa de esa sonrisa socarrona que advertimos en otros practicantes, ah, esa sonrisita que parece decirnos "jejeje, si te lesionaste es porque no eres lo suficientemente buehno, jejeje, NUNCA serás lo bastante bueno, JEJEJE"... Y así.
Y decía, sin embargo, uno debería sentirse orgulloso de sus lesiones. De alguna manera, son como las arrugas en el rostro de una persona. Con el tiempo, van dejando una suerte de mapa de nuestras prácticas. Vamos, que hacemos Sipalki, no estamos estudiando Reparación de PCs. Las lesiones que tenemos hablan de lo que somos como practicantes.

Quiero dejarlos con estos bonitos pensamientos, para que reflexionen durante el fin de semana. Y no quiero despedirme sin recordarles que, como decía al principio, hoy soy un poco Steve Austin, el hombre de los seis millones de dólares. Sólo que sin esos seis millones. De manera que he decidido abrir una cuenta en el Banco Nación, en la que pueden depositar el importe que les parezca adecuado para ayudarme en la rehabilitación de mis miembros. El número de la cuenta es el 435....
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1 comentario:
Cono te dejamos ir !!!
Es muy bueno este blog
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