jueves, 22 de noviembre de 2007

Sobre la urgencia por llegar a cinto negro

Una vez, un viejo Maestro dijo a sus alumnos: — ¿Quieren un cinturón negro? Yo se los doy —dijo, sacándose su viejo cinturón negro, tan deshilachado por el paso de los años que casi no se distinguían los danes blancos—. Aquí lo tienen. Ahora bien—agregó, mirando uno por uno a sus alumnos—, el que lo quiera se lo va a atar a la cintura, y después me va a tener que mostrar lo que sabe.

El ajado cinturón oscilaba con pesadez en sus manos, y los alumnos permanecieron en silencio.




¿Quién no ha escuchado hablar alguna vez del "Do", del camino, del sendero de las artes marciales? Sin embargo, pese a lo mentado de este concepto, ¿cuántas personas realmente saben, conocen, en qué consiste? La respuesta a esta pregunta no debe ser fácil. Seguramente en tantos miles de años el significado del Do se habrá modificado, fruto por un lado del desarrollo de las artes marciales en Occidente, que las transformó en muchos casos en deportes de contacto; y por otro lado de la misma occidentalización y modernización de los países de Oriente.

En otras palabras, no es lo mismo ser un argentino del siglo XXI que corre dos o tres veces por semana de su trabajo al gimnasio para entrenar, se baña a las corridas y sale corriendo a su casa para poder compartir algún tiempo con su familia, que ser un guerrero mongol de dedicación full time a las artes marciales, que forman su razón de existir y abarcan todo el círculo de sus relaciones sociales, o un samurai al servicio de su señor, o un soldado chino que pelea contra el invasor.

Entonces, ¿qué se mantiene de ese camino, de ese "Do" de la antiguedad? Hay quienes afirman que lo que perdura es un código de honor, son los principios de un guerrero que no le teme a la muerte, que respeta a su enemigo, que rehuye todo combate que no sea inevitable, que no se encarniza con el más débil... etcétera.

Sin embargo, opinar al respecto sería meternos en un tema demasiado complejo que comprende la práctica marcial como un proceso histórico atravesado por migraciones, costumbres, transculturizaciones y una profunda simbología. En todo caso, es un tema interesante para conversar, algún día, cuando se preste la ocasión, con un Maestro.

En cambio, sí podemos suponer que un aspecto del "Do" que todavía hoy se mantiene es la superación de uno mismo. Quien escribe sospecha que el verdadero objetivo de la práctica cotidiana consiste no en superar al compañero, sino en algo por lejos mucho más difícil: superarse uno mismo. Esto no solamente significa perfeccionar la técnica, aumentar la potencia, mejorar el equilibrio, incrementar los reflejos y la elongación muscular; significa, además de todo esto, crecer como persona a través de las herramientas que ponen a nuestra disposición las artes marciales.

En este sentido, es llamativo el énfasis que ponen muchos practicantes -y algunas escuelas y estilos- en alcanzar la graduación más alta en el menor tiempo posible, como si "más rápido" fuera sinónimo de mejor. Este énfasis se traduce en expresiones del estilo "con tal sistema sos cinturón negro en tres años", o "fulano rindió cinco danes en cinco años".

Supongamos, y digo sólo supongamos, que fuera posible, en pocos años de práctica intensa, con el mejor sistema y los mejores instructores, alcanzar un alto grado de perfección técnica, un caudal de conocimientos sobre las técnicas que se corresponda con los de un, digamos por caso, quinto dan.

La pregunta que me hago es la siguiente: ¿Un quinto dan es un quinto dan solamente por su dominio de las técnicas? ¿No hay también otro tipo de conocimientos paralelos igualmente de importantes? Me refiero, entre otros, al manejo de un grupo, a la pedagogía, a la misma experiencia que dejan los años de práctica, a la capacidad de aconsejar al alumno respecto a sus consultas, a las mismísimas vivencias "de la calle". Veinte o treinta años de aprendizaje, de interacción con los compañeros y profesores, de constancia en la práctica sobre todo, de errores y aciertos, de revelaciones, de frustraciones y de logros, ¿pueden sintetizarse en cinco años?

Tal vez algo tiene que ver en esta urgencia la construcción social de la "viveza" como sinónimo de éxito, del logro como sinónimo del "ganador". Tal vez algo tiene que ver con esta urgencia el sino de los tiempos que corren, donde todo se ha acelerado y, por ende, suponemos que TODO puede ser conseguido más fácil y rápido que antes.

¿No será que se confunde el camino con el fin? Sospecho que el verdadero sentido de las artes marciales no es alcanzar un cinturón, sino, simple y arduamente, recorrer un camino aunque no se vislumbre dónde termina, con la convicción de que se está haciendo el recorrido correcto. Quiero creer que un buen día, tras muchos años de esfuerzo, uno puede detenerse, mirar hacia atrás, ver el largo camino recorrido, y sacar, si ha tenido suerte y lucidez, algunas conclusiones que se llevará a la tumba, porque la experiencia puede contarse, pero no transmitirse. Y este tipo de conclusiones de ninguna manera pueden obtenerse recorriendo el camino más corto. Esta experiencia no puede obtenerse a partir de lo que otros nos cuentan. El camino está ahí para ser andado, no para que pensemos cómo hacerlo más corto.

Es indudable que esta concepción de las artes marciales como un fin en sí mismo se nutre en buena parte de la necesidad de obtener un cinto negro para poder dar clases y empezar a vivir de la enseñanza de las artes marciales. Hay quienes piensan que la "profesionalización" de las artes marciales trae aparejada como contrapartida el empobrecimiento de técnicas. No discutiremos eso en esta ocasión.

Lo que sí es debatible, y es bueno que así sea porque esto permite pensar, poniendo en duda nuestras mismas convicciones y dejando abierta la posiblidad a aprender algo nuevo, lo que sí es debatible, digo, es cómo llegamos a ese punto de nuestras vidas, qué "Do" hemos transitado, y si en verdad ha servido para superarnos a nosotros mismos, o simplemente para lograr un objetivo a corto plazo que se llama cinturón negro.

M.



Este post y las expresiones que contiene no representan ningún principio de la escuela Mu Bi Kwan ni de sus Maestros. De manera que, si usted, querido lector, considera que lo aquí dicho no es válido, o le causa risa, o enardece su ánimo, o incluso si le ofende o, por qué no, si concuerda, recuerde: corren por cuenta de quien firma.

1 comentario:

Scarluc dijo...

Simplemente me encanto, tengo 28 años y tras sufrir años de dolor lumbar y de piernas y estar a punto de operarme, estando casi toda la semana en cama sin poder hacer nada, me diagnosticaron fibromialgia, lo cual con medicacion soluciono en gran parte mi dolor, tenia como indicacion medica hacer deporte aerobico muy tranquilo, 15 minutos por dia, pero yo siempre quise mas que eso, decidi hacer mas cada dia, y llegue a hacer hora y media, baje 8 kilos, y cuando me di cuenta que iba en una recta de bienestar, me decidi por algo que todo el mundo me cuestiono, empezar Sipalki. Hoy y justo hoy, 5 meses despues, rindo en unas dos horas el examen de cinturon amarillo. Para mi es un logro enorme, porque no puedo creer la confianza en mi mismo que me esta haciendo ganar, la elongacion, baje 6 kilos mas y me tonifique, y por sobre todo, me da paz. En lo personal no me obsesiono con el cinturon negro, en mi caso seria ir contra todas las probabilidades, como dije, este camino me da paz y me esta enseñando en tan poco tiempo, mucho mas de lo que crei antes de comenzar.