jueves, 28 de mayo de 2009

CUENTOS SAMURAIS

Seguimos con nuestra sección "La letra con sangre entra", destinada a insuflar en el espíritu primitivo un cacho de cultura y pensamiento. Es así que hoy presentamos uno de los cuentos recopilados por Guido Tavani en su libro "Cuentos Samurais". A continuación, el cuento, seguido de un comentario de Tavani. Al final del post, una breve reflexión de quien escribe, cuya lectura, de más está decirlo, pueden saltear tranquilamente por innecesaria. Que lo disfruten.



El Samurai contra el tifón


El cielo de Okinawa se había ennegrecido aquella tarde a raíz de las densas nubes que empezaban a cubrirlo, si hasta podía decirse que la noche se había anunciado en plena luz del día. Luego, un furioso viento aullante que destruía todo lo que encontraba en su camino parecía salir de las entrañas mismas de la tierra. La tempestad se había declarado aquella tarde como se declara una guerra. Las pesadas ramas de los árboles se desgarraban como si fuesen delicados juncos, y a pesar de los temibles aullidos del viento, el estrépito de las ramas quebrándose sumaba su sonido seco a la inarmónica y sibilante sinfonía que componía aquella tempestad. Todos los pobladores y aldeanos buscaban guarecerse en sus casas, pero ninguna fuerza era suficiente para oponer reparos a semejante furia. Y si acaso tales tempestades las desatara una voluntad de destrucción, tal como lo creían los antiguos, podría ésta ser persuadida o inclinada, pero no es por obra de un mero azar llamar "ciega" a la furia de la naturaleza cuando ella se subleva.

Sin embargo, un joven, quien parecía dispuesto a rebatir la ira de los vientos,se encontraba en el techo de su casa librando con ellos desigual combate. Su cabello, atado a la usanza de los sumos, caía sobre sus hombros vigorosos y torneados. Y así, de frente al furioso tifón, y agazapándose en la posición conocida como kibadach o "posición del jinete", se esforzaba para mantener el equilibrio sobre la resbaladiza superficie de las tejas, de la cual -a juzgar por su cuerpo impregnado de barro- cayó más de una vez. Pero esto no desanimaba al tenaz joven; por el contrario, parecía conferirle mayor fuerza a su empresa. Así lo dejaba trasuntar su rostro, que refulgía con un poder incontestable y a la vez misterioso, como proviniendo de los más profundo de su ser. Cualquier hipótesis que se quisiera ensayar con el objeto de esclarecer los propósitos que animaban a aquel joven se desvanecería en el mismo momento de ser formulada, tan misteriosos eran.

Una vez que el tifón concluyó su obra devastador, el joven descendió de los tejados, respiró profundamente y luego ingresó a su casa. Más tarde, pudo saberse que todo aquello no era sino un entrenamiento destinado a refinar y perfeccionar su arte en las destrezas del karate.

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El ser capaz de resistir una poderosa fuerza no depende de oponerle otra mayor, sino de asumir la actitud correcta acompañada por el estado mental que le conviene, ya que se trata del espíritu que anima al guerrero y no de las armas que éste pueda blandir en su mano, aún cuando fueran las más poderosas y mortíferas. Fue así como el ejército vietnamita, integrado en su mayoría por campesinos, pudo derrotar al poderoso invasor norteamericano, quien, contando con el armamento más sofisticado, debió soportar una deshonrosa y humillante derrota. La tecnología bélica fue abatida por la caña de bambú. El ejército vietnamita fue heterodoxo en el combate,mientras que el norteamericano fue ortodoxo y tuvo generales que, confiándose en su número y poder, no advirtieron que el poder de sus oponentes residía en la comprensión correcta de los hechos de la guerra. Y, mientras el invasor buscaba las milicias en la superficie, éstas se desplazaban en los túneles; y cuando las buscaron en los túneles, acometieron en la superficie; y cuando quisieron destruirlas en la superficie, atacaron desde los árboles. La heterodoxia, acompañada de la actitud correcta del estado mental adecuado, venció a la ortodoxia.


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Hasta aquí el cuento seguido del comentario del compilador. ¿Por qué elegí este cuento? Supongo que porque considero que el combate es una fantástica metáfora de la actitud que una pesona tiene frente a la vida. No sé si se pelea como se es, de igual manera que no sé si una persona es como juega al fútbol, pero en algún punto sospecho que se tocan. La imagen de un hombre que enfrenta la tempestad por alguna misteriosa razón, que opone su debilidad de humano a la tremenda fuerza de la naturaleza, se me antoja elegante. ¿Quién no ha enfrentado su propia tempestad alguna vez? Y, más allá del resultado, ¿de qué manera lo hizo? Estoy convencido de que lo importante no es sólo ganar, sino cómo se gana.

Sobre el cuento, el último párrafo está sobrando, lo prefiero y lo recordaré sin la aclaración de que el joven entrena karate, no necesito saber eso como lector. Borraré eso de mi memoria, para quedarme con la figura de un hombre que ha ascendido a su propio techo y que, en posición de jinete, procura mantener el equilibrio mientras el huracán lo azota.

viernes, 15 de mayo de 2009

IL SU DE RION CONTRA DOS

El siguiente video es un fragmento de uno de los bloques técnicos en los que la MuBiKwan participó del programa de cable Tiempo Marcial. En el video, el Maestro Carrera brinda una sucinta explicación de algunos aspectos de la práctica de la lucha a un paso, mientras que el Maestro Bendayán muestra una técnica frente a un ataque preestablecido de manos.