miércoles, 12 de diciembre de 2007
Cómo incrementar la flexibilidad en las artes marciales
Cómo entrenar la flexibilidad
Por Gabriel Bustamante, profesor cinturón negro de Sipalki Mu Bi Kwan, instructor de musculación y streching, certificado en Nutrición y Farmacología Deportiva por el Centro Integral de Musculación Aeróbica (CIMA) y Antropometrista nivel 2 ISAK (ILSI). Además, es Entrenador Personal reconocido por la Universidad Nacional de Córdoba, Digitopunturista y efectuó cursos de Psicología en el Deporte en la Fundación Volver a Empezar.
Es muy común ver en los salones donde se practican artes marciales, que a la hora de entrenar la capacidad física de flexibilidad se opta por el llamado sistema balístico, o de rebote, que consiste en el estiramiento muscular basado en la elongación y acortamiento repetidos del músculo durante el ejercicio.
Si bien, como decimos, este es el método más cercano al gesto marcial, y es el más recomendable para la práctica general, o cuando se desea entrar en calor (siempre que se realice dentro de los rangos articulares de cada practicante y a una intensidad sub máxima), no es el método óptimo para incrementar la flexibilidad, porque la respuesta fisiológica no permite la elongación del músculo.
El método más efectivo consiste en la elongación mediante el método pasivo asistido, que consiste básicamente en mantener la elongación durante determinado tiempo con la ayuda de un compañero de práctica u objeto.
Si el practicante ya tiene un tiempo considerable de entrenamiento, es aconsejable utilizar el método PNF Fácil o Difícil, y dedicarle a la ganancia de flexibilidad una sesión especial de aproximadamente 40 ó 50 minutos por sesión. De esta manera, el entrenamiento de esta capacidad física dura el tiempo necesario para que se produzcan las adaptaciones fisiológicas necesarias.
De esta manera, se optimiza la ganancia de flexibilidad, y se minimiza el riesgo de sufrir lesiones musculares y articulares. Siempre es importante tener en cuenta que lo importante en cualquier entrenamiento no es el ejercicio en sí, sino el método que se ha decidido emplear.
viernes, 7 de diciembre de 2007
Hoy soy un poco Steve Austin
En realidad, aclaro, me siento como debe haberse sentido Steve Austin antes de la operación que le restituyera sus miembros y lo dotara de capacidades sobrehumanas, tales como una vista superior a la de las águilas, con visión nocturna y rayos X para espiar a las señoritas por la calle, un brazo (el derecho) más fuerte que el de Arévalo, el grandote pelado que pulseaba con Gerardo Sofovich (nunca pero nunca nadie le pudo ganar a Arévalo, y el que diga que sí es un mentiroso, es el hombre más fuerte del mundo) y dos piernas capaces de correr a velocidades superiores a las de un automóvil, de saltar grandes distancias y de hacer alrededor de 3 millones doscientos mil jueguitos con la pelota, sin parar y sin apoyar el pie en el suelo.
Pero me fui por las ramas. Lo cierto es que mi estado físico actual es similar al que mostraba Austin cuando en la introducción del programa aparecía en camilla, con un respirador artificial y moretones.
En principio, por una lesión que data de hace unas tres semanas, producida por un Iob-Chagui lanzado con toda la potencia posible hacia la zona de mi falsa costilla. Este simpático golpe, administrado concienzudamente por un amigable compañero de práctica, fue particularmente molesto durante las primeras dos semanas, tornándose verdaderamente insoportable al efectuar los movimientos respiratorios de inhalación y exhalación, al punto tal de que logré memorizar los nombres de toda la parentela de mi querido compañero pateador de costillas.
Sin embargo, conforme pasó el tiempo, el intenso dolor fue cediendo hasta volver a situarse dentro de los líomites de lo tolerable. Es así que esta última semana ha sido particularmente buena, excepto por las ocasiones en que, mientras me encontraba completamente distraido mirando a Tinelli sentado en mi sillón favorito, sufría el encantador topetazo de mi querida Lola. Lola es mi perrita Boxer, que con cuatro meses y doce kilos adora arrojarse con toda su fuerza contra sus amos, demostrándonos de esta manera todo su afecto. Durante esas embestidas he visto las estrellas, y solo un instinto de conservación de la especie canina hizo que no sacrificara a mi hermosa Lolita. El instinto de ella, claro, que sale corriendo porque si no la ahorco. Ya la voy a agarrar.
La cuestión es que, casi recuperado de mi lesión en las costillas, ayer sufrí otra bonita lesión, fruto de un golpazo al efectuar un roll saltando por encima de unas sillas (y aquí quiero efectuar una nueva disgresión, para agradecer a mis compañeros de práctica, Marce, Soria, Fernando, mi cuñado Alejandro y mi hijo Gonza, que no se hayan reído a las carcajadas al verme en esa posición humillante que consiste en permanecer clavado en el suelo de cabeza, con el cuello doblado en un ángulo imposible sobre el hombro, las piernas separadas y semi flexionadas, agitándose en el vacío mientras se desplazan hacia el lado equivocado de la cintura. En serio, gracias a todos por reprimir las risas. Yo hubiera hecho lo mismo, muchachos, gracias).
Y, por cierto, están todos esos puntos de mi cuerpo que, yo lo sé, están siempre a punto de una lesión. Por lo general son aquellos lugares en los que anteriormente nos hemos lesionado. En mi caso, van desde los dedos pulgares, índices y medios de ambas manos, hasta la hernia en la cintura y la rodilla izquierda, oh y el codo izquierdo también, no quisiera olvidarme. Tú también tendrás varios de estos distritos corporales débiles, querido lector.
Así que aquí estoy ahora, aporreando el teclado gracias a la movilidad que todavía le queda a los dedos de mi mano derecha y tratando de no moverme del tórax hacia arriba, lo que incluye no girar ni torcer la cabeza, no levantar el brazo para tomar una taza, ya que el dolor en el hombro y cuello se torna insoportable, no cortar la carne, no respirar, no rascarme en un descuido con la mano derecha y un sin fin de precauciones adicionales que no viene al caso compartir contigo, querido lector.
Y sin embargo, sucede algo extraño con las lesiones. Nos joden. No nos permiten entrenar con comodidad durante un tiempo. Nos impiden efectuar nuestras tareas habituales en el trabajo. Provocan que gente que no nos importa en lo más mínimo, y a quienes nosotros tampoco importamos en lo más mínimo, se acerquen a nosotros de todas formas y nos pregunten, con calculado tono de preocupación : "¡Qué te pasó!". Son motivo de insoportables visitas al traumatólogo, quien a esta altura ya debería habernos invitado a pasar Año Nuevo con él, dado el grado de intimidad alcanzado. Son la causa de esa sonrisa socarrona que advertimos en otros practicantes, ah, esa sonrisita que parece decirnos "jejeje, si te lesionaste es porque no eres lo suficientemente buehno, jejeje, NUNCA serás lo bastante bueno, JEJEJE"... Y así.
Y decía, sin embargo, uno debería sentirse orgulloso de sus lesiones. De alguna manera, son como las arrugas en el rostro de una persona. Con el tiempo, van dejando una suerte de mapa de nuestras prácticas. Vamos, que hacemos Sipalki, no estamos estudiando Reparación de PCs. Las lesiones que tenemos hablan de lo que somos como practicantes. De nuestros puntos débiles, sobre todo. Nos enseñan nuestros límites, que a veces, ay, suelen estar demasiado cercanos, y nos bajan a la realidad cuando empezamos a creernos mejores de lo que somos. Nos enseñan a cuidarnos, a cuidar nuestro cuerpo y, si tenemos dos dedos de frente y unas gotitas de lucidez, a cuidar el cuerpo de nuestro compañero, porque somos conscientes del daño que podemos causarle por negligencia en la práctica, o por simple estupidez. Nos enseñan a soportar el dolor y seguir practicando, porque sabemos que tal vez, algún día no deseado, no vamos a poder tirar la toalla porque nos han lastimado en una pelea, sino que vamos a tener que darle para adelante pese al dolor. Gracias a ellas, cobramos conciencia del dolor que estamos aprendiendo a administrar en otras personas.
Quiero dejarlos con estos bonitos pensamientos, para que reflexionen durante el fin de semana. Y no quiero despedirme sin recordarles que, como decía al principio, hoy soy un poco Steve Austin, el hombre de los seis millones de dólares. Sólo que sin esos seis millones. De manera que he decidido abrir una cuenta en el Banco Nación, en la que pueden depositar el importe que les parezca adecuado para ayudarme en la rehabilitación de mis miembros. El número de la cuenta es el 435....
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jueves, 29 de noviembre de 2007
Sijo: expresión de la poesía clásica coreana
Sijo: expresión de la poesía clásica coreana
Cabe mencionar que la literatura coreana, a pesar de gozar de una escritura propia, continuó escribiéndose entre los nobles a través de la caligrafía china. Así podemos encontrar muchos textos clásicos que, inclusive, intercalan los ideogramas con el hangul. Justamente el sijo y otras formas de poesía coreana se escribieron tanto en caracteres chinos como coreanos. Pero, particularmente el sijo se adaptó con mayor facilidad a la nueva escritura.
El sijo se expresó originalmente entre cantos, recitaciones, textos escritos que recogían la tradición oral y luego en poemas escritos sólo para el placer de la lectura de los nobles. No hay una fecha ni publicación determinadas que revelen los orígenes de esta forma poética. Se piensa que se desarrolló a finales del reino de la dinastía Koryo, entre los siglos XIII y XIV, hasta alcanzar gran popularidad durante los quinientos años de la dinastía Choson. Lo único verificable es que el sijo no desapareció junto con este reinado, pues hasta nuestros días continúa su creación y aceptación entre los poetas coreanos, aunque, claro, con algunos cambios que los distinguen del sijo antiguo. Los estudiosos de la literatura coreana han preferido distinguir al sijo clásico, el cual alcanzó su esplendor en el siglo XVI, del sijo de la época moderna, remozado durante la colonia japonesa en las primeras décadas de este siglo con el fin de revivir las viejas y arraigadas tradiciones coreanas. Sin embargo, el estilo de ambos momentos del sijo no presenta diferencias sustanciales.
Los investigadores no están de acuerdo sobre cuándo se fijó la estructura del sijo. Una teoría sostiene que éste evolucionó de las tres estrofas del hyangga, poema lírico tradicional en diez versos. Otra afirma que el sijo derivó de las canciones tradicionales difundidas en la segunda mitad del reino Koryo en el siglo XIII.
El lenguaje y la forma concisos del sijo correspondieron a los cánones estéticos de la clase yangban, que constaba de las nuevas familias de funcionarios que dirigieron la administración política, económica, social y cultural del reino durante el periodo Choson. Esta clase consiguió manifestar su sensibilidad a través del sijo y su escritura en hangul.
Si pretendemos comprender la naturaleza de esta forma poética, conviene detenerse un momento en las acepciones de su nombre. Éste proviene de las palabras sijolgajo, y sijolga, que significan “la canción de esta temporada” y la palabra jo, que significa “melodía”. También el sijo puede entenderse como el término opuesto de la palabra Kojo que significa “antigua melodía”. Etimológicamente, la palabra sijo siempre ha estado estrechamente vinculada a la melodía y la canción; y de ahí podemos colegir que el sijo se popularizara prestamentemente como una canción y no tuviera una versión definitiva en las diversas colecciones donde aparecía.
Respecto a su estructura, debemos decir que el sijo consta de tres versos, los cuales se dividen cada uno en cuatro segmentos o umbos (en coreano). Cada umbo posee tres a cuatro sílabas, teniendo un aproximado de quince sílabas por verso y un total en el sijo de alrededor de cuarenta y cinco sílabas. En su estructura básica, los umbos de cuatro sílabas aparecen con frecuencia y son llamamos pyonumbo (umbo estándar), a los umbos de menos de cuatro sílabas se les conoce como soumbo (umbo corto) y a los umbos de más de cuatro sílabas, kwaumbo (umbo largo). Podemos resumir la forma métrica general del sijo de la siguiente manera:
3 4 3(4) 4
3 4 3(4) 4
3 5 4 3(4)
Como se puede observar, la tendencia en la composición del sijo es alternar los umbos cortos y largos al inicio de los versos. Entre paréntesis indicamos las posibles variaciones. También es norma que el primer umbo del primer y segundo versos se inicien con tres sílabas, así como el tercer verso siempre se presente con una exclamación en tres sílabas y le continúe otro umbo de cinco o más sílabas. En el siguiente sijo del poeta Jong Chol (1536-1593), podemos ver las características de esta forma poética.
Sacaré mi corazón
Lo colgaré en lo más alto del firmamento
Y con él te iluminaré, oh, mi señor.
Sosteniendo una copa me siento y contemplo las lejanas colinas.
Si viniera mi amor, si viniera, alegraría este momento.
Yo adoro las montañas, pero ellas no hablan, no ríen.
Yun Sondo
Cuántos amigos me rodean: agua, piedra, pino y bambú.
Y me deleito con esta luna que surge sobre las montañas.
Permítanme tener sólo a estos cinco amigos.
Agua
Siendo clara la nube, a veces se torna negra.
Siendo límpido el viento, continuamente deja de fluir.
Mas sólo el agua límpida y fluida.
Piedra
La flor nace y se marchita con facilidad.
La hierba azul de pronto es amarilla.
Mas la piedra permanece.
Pino
Con el estío florece y con el invierno decae.
El pino no sabe de nieve ni de escarcha.
Sólo sabemos por la escritura de su raíz que va a los infiernos.
Bambú
No es árbol ni hierba.
¿Quién le envidia su rectitud y su vacío?
Así es el gusto de la cuarta estación por lo verde.
Luna
Eres pequeña para volar tan alto e iluminar todo lo creado.
Al anochecer eres la única iluminación.
Y eres mi amiga por callar tu propia contemplación.
Yun Sondo
En la segunda mitad del siglo XVII, el sijo, que era exclusivamente escrito por la clase yangban, empezó a ser compuesto por poetas que no necesariamente pertenecieron a esta clase. Durante este periodo el sijo, que hasta entonces había desarrollado formas más estilizadas, cobró un carácter más popular. Recopilaciones de sijos, como Canciones de
Todo lo que yo creí se fue durante el sueño de una tarde.
¡Olvídalo! Las palabras no podrán cambiar mi destino.
Kim Chontaek
Oye, grulla, te mueves de aquí para allá alimentándote entre las yerbas rojas de la playa.
¿Por qué sigues buscando si tienes llena la boca?
El hambre es mi vergüenza y yo también debo moverme de aquí para allá.
Canción de una escena pacífica del sur.
Y la guardo en el colchón del viento de primavera
Para liberarla cuando venga mi amante.
Deseo alcanzar la colina verde, amor apasionado.
Si el arroyo azul fluye, fluye ¿podría cambiar la colina verde?
Lamentablemente el arroyo azul no podrá olvidarla y se alejará llorando y llorando.
Los primeros declamadores debieron padecer mortificaciones.
¿Habrán hallado mejor voz en la canción que en las palabras?
Si el cántico aleja las preocupaciones, entonces cantaré.
jueves, 22 de noviembre de 2007
Sobre la urgencia por llegar a cinto negro
El ajado cinturón oscilaba con pesadez en sus manos, y los alumnos permanecieron en silencio.
En otras palabras, no es lo mismo ser un argentino del siglo XXI que corre dos o tres veces por semana de su trabajo al gimnasio para entrenar, se baña a las corridas y sale corriendo a su casa para poder compartir algún tiempo con su familia, que ser un guerrero mongol de dedicación full time a las artes marciales, que forman su razón de existir y abarcan todo el círculo de sus relaciones sociales, o un samurai al servicio de su señor, o un soldado chino que pelea contra el invasor.
Entonces, ¿qué se mantiene de ese camino, de ese "Do" de la antiguedad? Hay quienes afirman que lo que perdura es un código de honor, son los principios de un guerrero que no le teme a la muerte, que respeta a su enemigo, que rehuye todo combate que no sea inevitable, que no se encarniza con el más débil... etcétera.
Sin embargo, opinar al respecto sería meternos en un tema demasiado complejo que comprende la práctica marcial como un proceso histórico atravesado por migraciones, costumbres, transculturizaciones y una profunda simbología. En todo caso, es un tema interesante para conversar, algún día, cuando se preste la ocasión, con un Maestro.
En cambio, sí podemos suponer que un aspecto del "Do" que todavía hoy se mantiene es la superación de uno mismo. Quien escribe sospecha que el verdadero objetivo de la práctica cotidiana consiste no en superar al compañero, sino en algo por lejos mucho más difícil: superarse uno mismo. Esto no solamente significa perfeccionar la técnica, aumentar la potencia, mejorar el equilibrio, incrementar los reflejos y la elongación muscular; significa, además de todo esto, crecer como persona a través de las herramientas que ponen a nuestra disposición las artes marciales.
En este sentido, es llamativo el énfasis que ponen muchos practicantes -y algunas escuelas y estilos- en alcanzar la graduación más alta en el menor tiempo posible, como si "más rápido" fuera sinónimo de mejor. Este énfasis se traduce en expresiones del estilo "con tal sistema sos cinturón negro en tres años", o "fulano rindió cinco danes en cinco años".
Supongamos, y digo sólo supongamos, que fuera posible, en pocos años de práctica intensa, con el mejor sistema y los mejores instructores, alcanzar un alto grado de perfección técnica, un caudal de conocimientos sobre las técnicas que se corresponda con los de un, digamos por caso, quinto dan.
La pregunta que me hago es la siguiente: ¿Un quinto dan es un quinto dan solamente por su dominio de las técnicas? ¿No hay también otro tipo de conocimientos paralelos igualmente de importantes? Me refiero, entre otros, al manejo de un grupo, a la pedagogía, a la misma experiencia que dejan los años de práctica, a la capacidad de aconsejar al alumno respecto a sus consultas, a las mismísimas vivencias "de la calle". Veinte o treinta años de aprendizaje, de interacción con los compañeros y profesores, de constancia en la práctica sobre todo, de errores y aciertos, de revelaciones, de frustraciones y de logros, ¿pueden sintetizarse en cinco años?
Tal vez algo tiene que ver en esta urgencia la construcción social de la "viveza" como sinónimo de éxito, del logro como sinónimo del "ganador". Tal vez algo tiene que ver con esta urgencia el sino de los tiempos que corren, donde todo se ha acelerado y, por ende, suponemos que TODO puede ser conseguido más fácil y rápido que antes.
¿No será que se confunde el camino con el fin? Sospecho que el verdadero sentido de las artes marciales no es alcanzar un cinturón, sino, simple y arduamente, recorrer un camino aunque no se vislumbre dónde termina, con la convicción de que se está haciendo el recorrido correcto. Quiero creer que un buen día, tras muchos años de esfuerzo, uno puede detenerse, mirar hacia atrás, ver el largo camino recorrido, y sacar, si ha tenido suerte y lucidez, algunas conclusiones que se llevará a la tumba, porque la experiencia puede contarse, pero no transmitirse. Y este tipo de conclusiones de ninguna manera pueden obtenerse recorriendo el camino más corto. Esta experiencia no puede obtenerse a partir de lo que otros nos cuentan. El camino está ahí para ser andado, no para que pensemos cómo hacerlo más corto.
Es indudable que esta concepción de las artes marciales como un fin en sí mismo se nutre en buena parte de la necesidad de obtener un cinto negro para poder dar clases y empezar a vivir de la enseñanza de las artes marciales. Hay quienes piensan que la "profesionalización" de las artes marciales trae aparejada como contrapartida el empobrecimiento de técnicas. No discutiremos eso en esta ocasión.
Lo que sí es debatible, y es bueno que así sea porque esto permite pensar, poniendo en duda nuestras mismas convicciones y dejando abierta la posiblidad a aprender algo nuevo, lo que sí es debatible, digo, es cómo llegamos a ese punto de nuestras vidas, qué "Do" hemos transitado, y si en verdad ha servido para superarnos a nosotros mismos, o simplemente para lograr un objetivo a corto plazo que se llama cinturón negro.
M.
Este post y las expresiones que contiene no representan ningún principio de la escuela Mu Bi Kwan ni de sus Maestros. De manera que, si usted, querido lector, considera que lo aquí dicho no es válido, o le causa risa, o enardece su ánimo, o incluso si le ofende o, por qué no, si concuerda, recuerde: corren por cuenta de quien firma.
viernes, 16 de noviembre de 2007
Sobre la práctica marcial (2)
Así que vamos al grano: hablando de cosas buenas y breves, vamos a compartir en esta segunda parte de reflexiones sobre la práctica marcial, la palabra del Maestro Doorn, extraída de un viejo documento de la Mu Bi Kwan para los alumnos de entonces.
En esta ocasión, vamos a conocer algunas ideas sobre la práctica y el desarrollo del practicante. Al igual que la primera entrega, recomiendo que se tomen su tiempo para leer y reflexionar sobre estos conceptos, que fueron expresados a viejas camadas de alumnos de la Mu Bi Kwan. Me retiro y los dejo a solas con el texto. Saludos, M.
Idea de la práctica
"Ustedes no tienen más que un efímero potencial para desarrollar, y éste se diluye rápidamente. Si no lo concentran se pierde el tiempo y el esfuerzo. Es absurdo pensar que toda la enseñanza del Mu Bi Kwan pueda darse de una vez y para siempre. Cuando realicen un ejercicio no lo analicen; lo que más importa es hacer el ejercicio y estar seguro de que se lo podrá repetir exactamente. Luego, permita que su comprensión se desarrolle y extraiga de él las relaciones que su análisis le dicten."
Idea del desarrollo
"A causa de lo que antes ha sido y ahora es, ciertas reacciones son inevitables. Enfrentados con un período de ENSEÑANZA, ustedes lo comparan con una clase más, lo que no es lo mismo. También tienen la tendencia de comparar lo que conocen de una enseñanza pasada con lo que perciben de le enseñanza presente. Tales comparaciones olvidan que el trabajo en Mu Bi Kwan es evolutivo, no repetitivo.
"Si desean practicar sin Maestro, o ejercitarse sin Instructor, tanto ustedes como el Sipalki caerán en el automatismo y la repetición. No estoy aquí para convencerlos de nada. Estoy aquí para cumplir una función. Voy a ustedes en la medida en que ustedes vienen a mí. Les estoy dando tantas oportunidades como puedo hacerlo. La práctica estará vinculada con ejercicios individuales y colectivos; permitan que ellos les proporcionen sus múltiples beneficios. Sean conscientes de los puntos que se destacaron aquí, pues serán de vital importancia para el desarrollo futuro."
Maestro Carlos A. Doorn"
Arte en Corea
http://informacioncorea.iespana.es/cultura.htm
La web en cuestión "está dedicada al Maestro Suh Tae Suk, 8º dan de Taekwondo W.T.F. (World Taekwondo Federation) y F.E.T. (Federación Española de Taekwondo), residente en Granada (España) y pionero de este arte marcial en Andalucía Oriental". Por supuesto, allí puede encontrarse mucha info relacionada específicamente con el Taekwondo.
Hecha la correspondiente aclaración sobre el origen de este artículo, los dejamos a solas con su contenido, en este caso referido a distintas disciplinas del arte coreano. Que lo disfruten, y buen fin de semana para todos, M:
También se podría mencionar la armonía serena como paradigma del arte coreano. Significa, pues, que no abundan excesos, sino más bien las materias y cosas son justamente seleccionadas, de acuerdo con sus entornos.
Además de estas características el arte coreano se ha heredado una estética de reflejar la belleza con una honradez y sencillez completamente desprovistas de artificio.
Lista del Patrimonio Cultural coreano en el Mundo
Por primera vez, tres de los tesoros nacionales más apreciados fueron incluidos en
Pintura
La pintura coreana presenta una serie de los logros culturales, vigor creativo típico y el sentido estético del pueblo coreano. La pintura coreana ha evolucionado constantemente a lo largo de toda su historia, desde la época de Los Tres Reinos (
Las esculturas coreanas más antiguas que se conocen están talladas en las rocas de un acantilado llamado Pangudae, junto a un río, en
De la totalidad del arte coreano, la cerámica es la manifestación artística más célebre, según afirman los historiadores del arte y los expertos mundiales. Corea ofrece una gran legado en cerámica que comprende
La arquitectura coreana premoderna puede clasificarse en dos estilos principales: el de las estructuras de palacios, templos y el de los hogares de la gente común, que comprende numerosas variantes regionales. Para el primero, los antiguos arquitectos coreanos adoptaron métodos de ensamblaje y de ménsulas: el segundo, se caracterizaba por los tejados de paja y el sistema de calefacción llamado ondol. Las clases altas construían casas más grandes con tejados recubiertos de tejas. Los tejados estaban elegantemente curvados, un efecto que se acentuaba con una ligera elevación de los aleros. El entorno natural se consideraba siempre un elemento de suprema importancia en la arquitectura coreana. Los numerosos templos budistas estaban emplazados en las montañas conocidas por su belleza pintoresca y su construcción se planificaba cuidadosamente para conseguir una armonía ideal con sus entornos naturales. Al seleccionar el lugar de edificación, los coreanos solían dar un significado especial al entorno natural. Consideraban que el lugar no era suficientemente bueno para la edificación a menos que el lugar gozase de un panorama apropiado de "montañas y agua". La búsqueda del contacto constante con la naturaleza no sólo se debía a razones estéticas, sino también a los principios geománticos que dominan la psicología coreana. A finales del siglo XIX, tras abrir sus puertas al mundo, a Corea se introdujo la arquitectura occidental. A lo largo de aquellos primeros años, arquitectos e ingenieros occidentales construyeron iglesias y oficinas para las delegaciones extranjeras. Durante los primeros años del desarrollo arquitectónico moderno, los coreanos aprendieron las ideas y técnicas de los arquitectos e ingenieros occidentales. Entre aquellos pioneros de la década de los 30 estaba un arquitecto llamado Pak Tong-Jin, quien diseñó el edificio principal de
En Corea existen seis variedades de danza tradicional: chamanista, budista, confuciana, cortesana, popular y de máscaras. Las influencias budistas y confucianas son muy importantes. Se ha dicho que la influencia del confucianismo ha sido mayormente de carácter represivo, mientras que la del budismo, más tolerante, ha contribuido a la creación de hermosas danzas cortesanas y de muchos ritos funerarios chamanistas. Los bailarines de la antigüedad expresaban, principalmente, un profundo poder extático. No les interesaban las acrobacias físicas, sino la expresión de una alegría metafísica. Muchas danzas tradicionales se desaparecieron durante los 35 largos años de ocupación colonial japonesa y también debido a la rápida urbanización e industrialización de las décadas 60 y 70. Pero durante la década de los 80, los artistas comenzaron a rebuscar aquellas danzas olvidadas. De las 56 danzas de la corte real originales, en la actualidad sólo tienen fama aún el kommu (Danza de espadas) del período Shilla; el hakmu (Danza de grullas) del período Koryo; el kiakmu (Danza de instrumentos musicales) del período Paekche; y Chunaengmu (Danza del ruiseñor que canta en primavera) de