miércoles, 12 de diciembre de 2007

Cómo incrementar la flexibilidad en las artes marciales

En esta oportunidad, querido lector, tenemos el gusto de acercarte un artículo elaborado por uno de los profesores de la Mu Bi Kwan, Gabriel Bustamante, referido a los métodos para incrementar nuestra elongación.


Cómo entrenar la flexibilidad
Por Gabriel Bustamante, profesor cinturón negro de Sipalki Mu Bi Kwan, instructor de musculación y streching, certificado en Nutrición y Farmacología Deportiva por el Centro Integral de Musculación Aeróbica (CIMA) y Antropometrista nivel 2 ISAK (ILSI). Además, es Entrenador Personal reconocido por la Universidad Nacional de Córdoba, Digitopunturista y efectuó cursos de Psicología en el Deporte en la Fundación Volver a Empezar.


Es muy común ver en los salones donde se practican artes marciales, que a la hora de entrenar la capacidad física de flexibilidad se opta por el llamado sistema balístico, o de rebote, que consiste en el estiramiento muscular basado en la elongación y acortamiento repetidos del músculo durante el ejercicio.

Si bien, como decimos, este es el método más cercano al gesto marcial, y es el más recomendable para la práctica general, o cuando se desea entrar en calor (siempre que se realice dentro de los rangos articulares de cada practicante y a una intensidad sub máxima), no es el método óptimo para incrementar la flexibilidad, porque la respuesta fisiológica no permite la elongación del músculo.

El método más efectivo consiste en la elongación mediante el método pasivo asistido, que consiste básicamente en mantener la elongación durante determinado tiempo con la ayuda de un compañero de práctica u objeto.

Si el practicante ya tiene un tiempo considerable de entrenamiento, es aconsejable utilizar el método PNF Fácil o Difícil, y dedicarle a la ganancia de flexibilidad una sesión especial de aproximadamente 40 ó 50 minutos por sesión. De esta manera, el entrenamiento de esta capacidad física dura el tiempo necesario para que se produzcan las adaptaciones fisiológicas necesarias.

De esta manera, se optimiza la ganancia de flexibilidad, y se minimiza el riesgo de sufrir lesiones musculares y articulares. Siempre es importante tener en cuenta que lo importante en cualquier entrenamiento no es el ejercicio en sí, sino el método que se ha decidido emplear.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Hoy soy un poco Steve Austin

Si, querido lector, hoy me siento un poco como el inolvidable Hombre de los Seis Millones de Dólares, el único, el Master de las carreras en cámara lenta y de las miradas a cámara con un ojo entrecerrado... ¡¡¡EL HOMBRE NUCLEAR!!!

En realidad, aclaro, me siento como debe haberse sentido Steve Austin antes de la operación que le restituyera sus miembros y lo dotara de capacidades sobrehumanas, tales como una vista superior a la de las águilas, con visión nocturna y rayos X para espiar a las señoritas por la calle, un brazo (el derecho) más fuerte que el de Arévalo, el grandote pelado que pulseaba con Gerardo Sofovich (nunca pero nunca nadie le pudo ganar a Arévalo, y el que diga que sí es un mentiroso, es el hombre más fuerte del mundo) y dos piernas capaces de correr a velocidades superiores a las de un automóvil, de saltar grandes distancias y de hacer alrededor de 3 millones doscientos mil jueguitos con la pelota, sin parar y sin apoyar el pie en el suelo.

Pero me fui por las ramas. Lo cierto es que mi estado físico actual es similar al que mostraba Austin cuando en la introducción del programa aparecía en camilla, con un respirador artificial y moretones.

En principio, por una lesión que data de hace unas tres semanas, producida por un Iob-Chagui lanzado con toda la potencia posible hacia la zona de mi falsa costilla. Este simpático golpe, administrado concienzudamente por un amigable compañero de práctica, fue particularmente molesto durante las primeras dos semanas, tornándose verdaderamente insoportable al efectuar los movimientos respiratorios de inhalación y exhalación, al punto tal de que logré memorizar los nombres de toda la parentela de mi querido compañero pateador de costillas.

Sin embargo, conforme pasó el tiempo, el intenso dolor fue cediendo hasta volver a situarse dentro de los líomites de lo tolerable. Es así que esta última semana ha sido particularmente buena, excepto por las ocasiones en que, mientras me encontraba completamente distraido mirando a Tinelli sentado en mi sillón favorito, sufría el encantador topetazo de mi querida Lola. Lola es mi perrita Boxer, que con cuatro meses y doce kilos adora arrojarse con toda su fuerza contra sus amos, demostrándonos de esta manera todo su afecto. Durante esas embestidas he visto las estrellas, y solo un instinto de conservación de la especie canina hizo que no sacrificara a mi hermosa Lolita. El instinto de ella, claro, que sale corriendo porque si no la ahorco. Ya la voy a agarrar.

La cuestión es que, casi recuperado de mi lesión en las costillas, ayer sufrí otra bonita lesión, fruto de un golpazo al efectuar un roll saltando por encima de unas sillas (y aquí quiero efectuar una nueva disgresión, para agradecer a mis compañeros de práctica, Marce, Soria, Fernando, mi cuñado Alejandro y mi hijo Gonza, que no se hayan reído a las carcajadas al verme en esa posición humillante que consiste en permanecer clavado en el suelo de cabeza, con el cuello doblado en un ángulo imposible sobre el hombro, las piernas separadas y semi flexionadas, agitándose en el vacío mientras se desplazan hacia el lado equivocado de la cintura. En serio, gracias a todos por reprimir las risas. Yo hubiera hecho lo mismo, muchachos, gracias).

Y, por cierto, están todos esos puntos de mi cuerpo que, yo lo sé, están siempre a punto de una lesión. Por lo general son aquellos lugares en los que anteriormente nos hemos lesionado. En mi caso, van desde los dedos pulgares, índices y medios de ambas manos, hasta la hernia en la cintura y la rodilla izquierda, oh y el codo izquierdo también, no quisiera olvidarme. Tú también tendrás varios de estos distritos corporales débiles, querido lector.

Así que aquí estoy ahora, aporreando el teclado gracias a la movilidad que todavía le queda a los dedos de mi mano derecha y tratando de no moverme del tórax hacia arriba, lo que incluye no girar ni torcer la cabeza, no levantar el brazo para tomar una taza, ya que el dolor en el hombro y cuello se torna insoportable, no cortar la carne, no respirar, no rascarme en un descuido con la mano derecha y un sin fin de precauciones adicionales que no viene al caso compartir contigo, querido lector.

Y sin embargo, sucede algo extraño con las lesiones. Nos joden. No nos permiten entrenar con comodidad durante un tiempo. Nos impiden efectuar nuestras tareas habituales en el trabajo. Provocan que gente que no nos importa en lo más mínimo, y a quienes nosotros tampoco importamos en lo más mínimo, se acerquen a nosotros de todas formas y nos pregunten, con calculado tono de preocupación : "¡Qué te pasó!". Son motivo de insoportables visitas al traumatólogo, quien a esta altura ya debería habernos invitado a pasar Año Nuevo con él, dado el grado de intimidad alcanzado. Son la causa de esa sonrisa socarrona que advertimos en otros practicantes, ah, esa sonrisita que parece decirnos "jejeje, si te lesionaste es porque no eres lo suficientemente buehno, jejeje, NUNCA serás lo bastante bueno, JEJEJE"... Y así.

Y decía, sin embargo, uno debería sentirse orgulloso de sus lesiones. De alguna manera, son como las arrugas en el rostro de una persona. Con el tiempo, van dejando una suerte de mapa de nuestras prácticas. Vamos, que hacemos Sipalki, no estamos estudiando Reparación de PCs. Las lesiones que tenemos hablan de lo que somos como practicantes. De nuestros puntos débiles, sobre todo. Nos enseñan nuestros límites, que a veces, ay, suelen estar demasiado cercanos, y nos bajan a la realidad cuando empezamos a creernos mejores de lo que somos. Nos enseñan a cuidarnos, a cuidar nuestro cuerpo y, si tenemos dos dedos de frente y unas gotitas de lucidez, a cuidar el cuerpo de nuestro compañero, porque somos conscientes del daño que podemos causarle por negligencia en la práctica, o por simple estupidez. Nos enseñan a soportar el dolor y seguir practicando, porque sabemos que tal vez, algún día no deseado, no vamos a poder tirar la toalla porque nos han lastimado en una pelea, sino que vamos a tener que darle para adelante pese al dolor. Gracias a ellas, cobramos conciencia del dolor que estamos aprendiendo a administrar en otras personas.

Quiero dejarlos con estos bonitos pensamientos, para que reflexionen durante el fin de semana. Y no quiero despedirme sin recordarles que, como decía al principio, hoy soy un poco Steve Austin, el hombre de los seis millones de dólares. Sólo que sin esos seis millones. De manera que he decidido abrir una cuenta en el Banco Nación, en la que pueden depositar el importe que les parezca adecuado para ayudarme en la rehabilitación de mis miembros. El número de la cuenta es el 435....

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jueves, 29 de noviembre de 2007

Sijo: expresión de la poesía clásica coreana

Seguimos con nuestra sección Sipalki y Literatura (que también podría llamarse "La letra con sangre entra"), en esta ocasión para acercarte, querido lector, un interesante material sobre la literatura coreana clásica y el Sijo, su expresión más acabada. Dado que cualquiera que lea con mínima regularidad este blog imaginará que nuestra capacidad intelectual no da para elaborar un trabajo semejante, y que por esta razón sería inútil efectuar un flagrante plagio, una vez más cumplimos con nuestra obligación de informarte que el texto que sigue es de la autoría de Ricardo Sumalavia, de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Si deseas bajarlo de la Web en formato RTF, ingresá este link: bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/aladaa/sumal.rtf Como siempre, que disfrutes la lectura.




Sijo: expresión de la poesía clásica coreana

Por Ricardo Sumalavia, Pontificia Universidad Católica del Perú

La literatura coreana es tan amplia y variada como desconocida. En toda su historia, la península de Corea se ha visto reiteradamente amenazada e invadida por otros reinos, forjando así, en el espíritu de sus habitantes, una mentalidad predispuesta al aislamiento como medio de protección y salvaguarda de su identidad. Sólo hasta hace unas décadas esta cultura se ha abierto al mundo y empezado a divulgar sus diversas y valiosas manifestaciones culturales. En el caso particular de su literatura, queremos destacar la gran difusión y desarrollo dentro de este país de una forma poética de gran excelencia: el sijo.

Para entender los diversos momentos de esta expresión poética es imprescindible conocer la tradición oral y escritural de Corea. La tradición literaria coreana ha sido fundamentalmente oral. Incluso, aún en estos días, conviven tanto esta forma de expresión como la escrita, influyéndose mutuamente. Su literatura escrita se inició entre los siglos IV y V dC. con el uso de los caracteres chinos y luego, valiéndose de esta caligrafía en amplitud, consiguió desarrollar una escritura llamada hyangchal, modo de expresión de la lengua coreana usando los caracteres simplificados del chino.

La lengua coreana es compleja en su composición silábica y por esta razón difícil de adaptarse a la caligrafía china y sus simplificaciones. De ahí que el hyangchal mostrara pronto sus limitaciones y se acentuara su desuso. En su lugar se creó un nuevo alfabeto en el siglo XV llamado hunminjungum, “escritura correcta para enseñar al pueblo”. Este tipo de escritura fue adecuado para la divulgación del pensamiento coreano y, en especial, su literatura; alcanzando un conveniente desarrollo a través de mejores medios de expresión. Sin embargo, durante el reinado del gobernante Sejong en 1443 se instituyó el alfabeto hangul, aún más depurado y de una notable sencillez que perdura hasta nuestros días y que fijó las bases para la posterior literatura escrita en Corea.

Cabe mencionar que la literatura coreana, a pesar de gozar de una escritura propia, continuó escribiéndose entre los nobles a través de la caligrafía china. Así podemos encontrar muchos textos clásicos que, inclusive, intercalan los ideogramas con el hangul. Justamente el sijo y otras formas de poesía coreana se escribieron tanto en caracteres chinos como coreanos. Pero, particularmente el sijo se adaptó con mayor facilidad a la nueva escritura.

El sijo se expresó originalmente entre cantos, recitaciones, textos escritos que recogían la tradición oral y luego en poemas escritos sólo para el placer de la lectura de los nobles. No hay una fecha ni publicación determinadas que revelen los orígenes de esta forma poética. Se piensa que se desarrolló a finales del reino de la dinastía Koryo, entre los siglos XIII y XIV, hasta alcanzar gran popularidad durante los quinientos años de la dinastía Choson. Lo único verificable es que el sijo no desapareció junto con este reinado, pues hasta nuestros días continúa su creación y aceptación entre los poetas coreanos, aunque, claro, con algunos cambios que los distinguen del sijo antiguo. Los estudiosos de la literatura coreana han preferido distinguir al sijo clásico, el cual alcanzó su esplendor en el siglo XVI, del sijo de la época moderna, remozado durante la colonia japonesa en las primeras décadas de este siglo con el fin de revivir las viejas y arraigadas tradiciones coreanas. Sin embargo, el estilo de ambos momentos del sijo no presenta diferencias sustanciales.

Los investigadores no están de acuerdo sobre cuándo se fijó la estructura del sijo. Una teoría sostiene que éste evolucionó de las tres estrofas del hyangga, poema lírico tradicional en diez versos. Otra afirma que el sijo derivó de las canciones tradicionales difundidas en la segunda mitad del reino Koryo en el siglo XIII.

Aunque el origen del sijo podría remontarse a esta etapa del reino Koryo, su florecimiento alcanzó la plenitud durante la dinastía Choson. Es indudable que el sijo, al margen de sus posibles orígenes, haya recibido la influencia de la poesía china. Mas su carácter e inserción en la tradición literaria coreana rápidamente le proporcionaron su autonomía y calidad.

El lenguaje y la forma concisos del sijo correspondieron a los cánones estéticos de la clase yangban, que constaba de las nuevas familias de funcionarios que dirigieron la administración política, económica, social y cultural del reino durante el periodo Choson. Esta clase consiguió manifestar su sensibilidad a través del sijo y su escritura en hangul.

Si pretendemos comprender la naturaleza de esta forma poética, conviene detenerse un momento en las acepciones de su nombre. Éste proviene de las palabras sijolgajo, y sijolga, que significan “la canción de esta temporada” y la palabra jo, que significa “melodía”. También el sijo puede entenderse como el término opuesto de la palabra Kojo que significa “antigua melodía”. Etimológicamente, la palabra sijo siempre ha estado estrechamente vinculada a la melodía y la canción; y de ahí podemos colegir que el sijo se popularizara prestamentemente como una canción y no tuviera una versión definitiva en las diversas colecciones donde aparecía.


Estructura

Respecto a su estructura, debemos decir que el sijo consta de tres versos, los cuales se dividen cada uno en cuatro segmentos o umbos (en coreano). Cada umbo posee tres a cuatro sílabas, teniendo un aproximado de quince sílabas por verso y un total en el sijo de alrededor de cuarenta y cinco sílabas. En su estructura básica, los umbos de cuatro sílabas aparecen con frecuencia y son llamamos pyonumbo (umbo estándar), a los umbos de menos de cuatro sílabas se les conoce como soumbo (umbo corto) y a los umbos de más de cuatro sílabas, kwaumbo (umbo largo). Podemos resumir la forma métrica general del sijo de la siguiente manera:


3 4 3(4) 4

3 4 3(4) 4

3 5 4 3(4)


Como se puede observar, la tendencia en la composición del sijo es alternar los umbos cortos y largos al inicio de los versos. Entre paréntesis indicamos las posibles variaciones. También es norma que el primer umbo del primer y segundo versos se inicien con tres sílabas, así como el tercer verso siempre se presente con una exclamación en tres sílabas y le continúe otro umbo de cinco o más sílabas. En el siguiente sijo del poeta Jong Chol (1536-1593), podemos ver las características de esta forma poética.


Sacaré mi corazón

Sacaré mi corazón semejante a la luna de esta noche

Lo colgaré en lo más alto del firmamento

Y con él te iluminaré, oh, mi señor.


El primer verso suele describir un estado de contemplación donde interviene directamente el sujeto lírico o algún otro personaje. En el segundo verso, habitualmente se propone una pregunta, un cuestionamiento o una confrontación entre los diversos objetos o sujetos contemplados, a partir de la cual, en el tercer verso, surgirá una resolución clara, una sentencia que describirá la armonía alcanzada entre el sujeto y su entorno.

Muchos poetas sobresalientes de la clase yangban, entre los que se incluye Jong Chol, aparecieron en la primera parte del periodo Choson. De ellos podemos mencionar a Lee Hyonbo (1467-1555), Lee Hwang (1501-1570), Kwon Homun (1532-1587) y Sin Hum (1566-1628). La temática predominante de estos poetas se desarrolló entorno al confucianismo y la vida contemplativa en busca de la armonía con la naturaleza y así eludir los problemas mundanos. Textos como El Calendario del Pescador (Obusasisa, 1651) y Nuevas Canciones de las Montañas (Sanjung singok) recogieron parte importante de los sijos más sobresalientes de la dinastía Choson. Entre éstos tenemos los siguientes poemas:


Sosteniendo una copa me siento y contemplo las lejanas colinas.

Si viniera mi amor, si viniera, alegraría este momento.

Yo adoro las montañas, pero ellas no hablan, no ríen.

Yun Sondo



Canción a los cinco amigos

Cuántos amigos me rodean: agua, piedra, pino y bambú.

Y me deleito con esta luna que surge sobre las montañas.

Permítanme tener sólo a estos cinco amigos.


Agua

Siendo clara la nube, a veces se torna negra.

Siendo límpido el viento, continuamente deja de fluir.

Mas sólo el agua límpida y fluida.


Piedra

La flor nace y se marchita con facilidad.

La hierba azul de pronto es amarilla.

Mas la piedra permanece.


Pino

Con el estío florece y con el invierno decae.

El pino no sabe de nieve ni de escarcha.

Sólo sabemos por la escritura de su raíz que va a los infiernos.


Bambú

No es árbol ni hierba.

¿Quién le envidia su rectitud y su vacío?

Así es el gusto de la cuarta estación por lo verde.


Luna

Eres pequeña para volar tan alto e iluminar todo lo creado.

Al anochecer eres la única iluminación.

Y eres mi amiga por callar tu propia contemplación.

Yun Sondo


En la segunda mitad del siglo XVII, el sijo, que era exclusivamente escrito por la clase yangban, empezó a ser compuesto por poetas que no necesariamente pertenecieron a esta clase. Durante este periodo el sijo, que hasta entonces había desarrollado formas más estilizadas, cobró un carácter más popular. Recopilaciones de sijos, como Canciones de la Colina Verde (CHONGGU YONGON, 1728) de Kim Chontaek y Canciones del mar del Este (HAEDONG KAYO, 1755) de Kim Sujang, pertenecientes a una naciente clase de comerciantes llamada chungin, son claras muestras de la difusión del sijo entre el pueblo. A diferencia de los yangban, el resto del pueblo coreano adoptó esta forma como un medio de expresión de su entorno y no como una poesía refinada y vana para sus propios fines. En igual sentido, estos poetas abandonaron definitivamente la caligrafía china y optaron por el hangul. Entre sus variados temas destacan, ya no la contemplación de la naturaleza, sino una crítica social o la frustración ante los diversos conflictos dentro de la sociedad. Como ejemplos de este cambio podemos mostrar los siguientes poemas:


Dejo a un lado mi larga espada y me siento a meditar.

Todo lo que yo creí se fue durante el sueño de una tarde.

¡Olvídalo! Las palabras no podrán cambiar mi destino.

Kim Chontaek


Oye, grulla, te mueves de aquí para allá alimentándote entre las yerbas rojas de la playa.

¿Por qué sigues buscando si tienes llena la boca?

El hambre es mi vergüenza y yo también debo moverme de aquí para allá.

Canción de una escena pacífica del sur.


Asimismo existió una cantidad considerable de sijos escritos por mujeres dedicadas a la complacencia de los hombres. Estas mujeres fueron conocidas bajo el término de kisaeng. Al llegar al segundo periodo de la dinastía Choson muchas de las kisaeng, además de ser notables bailarinas, se dedicaron al canto y se iniciaron en la composición de sijos. Si bien ellas no pertenecieron a la clase yangban, pretendieron asimilarse a esta clase a través de sus dotes poéticas. Esto se confirma al considerar que la musicalidad de sus sijos era diferente a la folclórica, pues el oficio de las kisaeng no pudo desligarse de la vida de la nobleza.

Los sijos de las Kisaeng representados por Hwang Chini fueron notables por expresar intensamente aquellos sentimientos encontrados. Aquí dos de sus más conocidos sijos:


La noche más larga del año la corto por la mitad

Y la guardo en el colchón del viento de primavera

Para liberarla cuando venga mi amante.

Deseo alcanzar la colina verde, amor apasionado.

Si el arroyo azul fluye, fluye ¿podría cambiar la colina verde?

Lamentablemente el arroyo azul no podrá olvidarla y se alejará llorando y llorando.


Como podemos apreciar, los sijos de las Kisaeng tuvieron una fuerte inclinación hacia el lirismo. Los sijos más renombrados de estas mujeres fueron los de Lee Kyerang (1513-1550), Mae Hwa y Myong Ok.

Al entrar a los siglos XVIII y XIX, diversos cambios históricos conllevaron a una reestructuración de la jerarquía social, sin embargo varias clases continuaron disfrutando de la creación del sijo. Y lo mismo podemos decir del sijo moderno, investigado y copiosamente practicado entre muchos de los poetas coreanos de la actualidad.

Finalmente, para terminar de presentar esta forma de expresión de la poesía clásica coreana, mostrar un famoso sijo de finales del siglo XVI del poeta Sin Hum.


Los primeros declamadores debieron padecer mortificaciones.
¿Habrán hallado mejor voz en la canción que en las palabras?
Si el cántico aleja las preocupaciones, entonces cantaré.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Sobre la urgencia por llegar a cinto negro

Una vez, un viejo Maestro dijo a sus alumnos: — ¿Quieren un cinturón negro? Yo se los doy —dijo, sacándose su viejo cinturón negro, tan deshilachado por el paso de los años que casi no se distinguían los danes blancos—. Aquí lo tienen. Ahora bien—agregó, mirando uno por uno a sus alumnos—, el que lo quiera se lo va a atar a la cintura, y después me va a tener que mostrar lo que sabe.

El ajado cinturón oscilaba con pesadez en sus manos, y los alumnos permanecieron en silencio.




¿Quién no ha escuchado hablar alguna vez del "Do", del camino, del sendero de las artes marciales? Sin embargo, pese a lo mentado de este concepto, ¿cuántas personas realmente saben, conocen, en qué consiste? La respuesta a esta pregunta no debe ser fácil. Seguramente en tantos miles de años el significado del Do se habrá modificado, fruto por un lado del desarrollo de las artes marciales en Occidente, que las transformó en muchos casos en deportes de contacto; y por otro lado de la misma occidentalización y modernización de los países de Oriente.

En otras palabras, no es lo mismo ser un argentino del siglo XXI que corre dos o tres veces por semana de su trabajo al gimnasio para entrenar, se baña a las corridas y sale corriendo a su casa para poder compartir algún tiempo con su familia, que ser un guerrero mongol de dedicación full time a las artes marciales, que forman su razón de existir y abarcan todo el círculo de sus relaciones sociales, o un samurai al servicio de su señor, o un soldado chino que pelea contra el invasor.

Entonces, ¿qué se mantiene de ese camino, de ese "Do" de la antiguedad? Hay quienes afirman que lo que perdura es un código de honor, son los principios de un guerrero que no le teme a la muerte, que respeta a su enemigo, que rehuye todo combate que no sea inevitable, que no se encarniza con el más débil... etcétera.

Sin embargo, opinar al respecto sería meternos en un tema demasiado complejo que comprende la práctica marcial como un proceso histórico atravesado por migraciones, costumbres, transculturizaciones y una profunda simbología. En todo caso, es un tema interesante para conversar, algún día, cuando se preste la ocasión, con un Maestro.

En cambio, sí podemos suponer que un aspecto del "Do" que todavía hoy se mantiene es la superación de uno mismo. Quien escribe sospecha que el verdadero objetivo de la práctica cotidiana consiste no en superar al compañero, sino en algo por lejos mucho más difícil: superarse uno mismo. Esto no solamente significa perfeccionar la técnica, aumentar la potencia, mejorar el equilibrio, incrementar los reflejos y la elongación muscular; significa, además de todo esto, crecer como persona a través de las herramientas que ponen a nuestra disposición las artes marciales.

En este sentido, es llamativo el énfasis que ponen muchos practicantes -y algunas escuelas y estilos- en alcanzar la graduación más alta en el menor tiempo posible, como si "más rápido" fuera sinónimo de mejor. Este énfasis se traduce en expresiones del estilo "con tal sistema sos cinturón negro en tres años", o "fulano rindió cinco danes en cinco años".

Supongamos, y digo sólo supongamos, que fuera posible, en pocos años de práctica intensa, con el mejor sistema y los mejores instructores, alcanzar un alto grado de perfección técnica, un caudal de conocimientos sobre las técnicas que se corresponda con los de un, digamos por caso, quinto dan.

La pregunta que me hago es la siguiente: ¿Un quinto dan es un quinto dan solamente por su dominio de las técnicas? ¿No hay también otro tipo de conocimientos paralelos igualmente de importantes? Me refiero, entre otros, al manejo de un grupo, a la pedagogía, a la misma experiencia que dejan los años de práctica, a la capacidad de aconsejar al alumno respecto a sus consultas, a las mismísimas vivencias "de la calle". Veinte o treinta años de aprendizaje, de interacción con los compañeros y profesores, de constancia en la práctica sobre todo, de errores y aciertos, de revelaciones, de frustraciones y de logros, ¿pueden sintetizarse en cinco años?

Tal vez algo tiene que ver en esta urgencia la construcción social de la "viveza" como sinónimo de éxito, del logro como sinónimo del "ganador". Tal vez algo tiene que ver con esta urgencia el sino de los tiempos que corren, donde todo se ha acelerado y, por ende, suponemos que TODO puede ser conseguido más fácil y rápido que antes.

¿No será que se confunde el camino con el fin? Sospecho que el verdadero sentido de las artes marciales no es alcanzar un cinturón, sino, simple y arduamente, recorrer un camino aunque no se vislumbre dónde termina, con la convicción de que se está haciendo el recorrido correcto. Quiero creer que un buen día, tras muchos años de esfuerzo, uno puede detenerse, mirar hacia atrás, ver el largo camino recorrido, y sacar, si ha tenido suerte y lucidez, algunas conclusiones que se llevará a la tumba, porque la experiencia puede contarse, pero no transmitirse. Y este tipo de conclusiones de ninguna manera pueden obtenerse recorriendo el camino más corto. Esta experiencia no puede obtenerse a partir de lo que otros nos cuentan. El camino está ahí para ser andado, no para que pensemos cómo hacerlo más corto.

Es indudable que esta concepción de las artes marciales como un fin en sí mismo se nutre en buena parte de la necesidad de obtener un cinto negro para poder dar clases y empezar a vivir de la enseñanza de las artes marciales. Hay quienes piensan que la "profesionalización" de las artes marciales trae aparejada como contrapartida el empobrecimiento de técnicas. No discutiremos eso en esta ocasión.

Lo que sí es debatible, y es bueno que así sea porque esto permite pensar, poniendo en duda nuestras mismas convicciones y dejando abierta la posiblidad a aprender algo nuevo, lo que sí es debatible, digo, es cómo llegamos a ese punto de nuestras vidas, qué "Do" hemos transitado, y si en verdad ha servido para superarnos a nosotros mismos, o simplemente para lograr un objetivo a corto plazo que se llama cinturón negro.

M.



Este post y las expresiones que contiene no representan ningún principio de la escuela Mu Bi Kwan ni de sus Maestros. De manera que, si usted, querido lector, considera que lo aquí dicho no es válido, o le causa risa, o enardece su ánimo, o incluso si le ofende o, por qué no, si concuerda, recuerde: corren por cuenta de quien firma.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Sobre la práctica marcial (2)

Se nos termina el año, querido lector, y nosotros aquí seguimos, abnegados, inclinados sobre el teclado como viejos escribientes achacados por el paso de los años... Muchas palabras para decir poco, ¿no? Por algo se dice que lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Así que vamos al grano: hablando de cosas buenas y breves, vamos a compartir en esta segunda parte de reflexiones sobre la práctica marcial, la palabra del Maestro Doorn, extraída de un viejo documento de la Mu Bi Kwan para los alumnos de entonces.

En esta ocasión, vamos a conocer algunas ideas sobre la práctica y el desarrollo del practicante. Al igual que la primera entrega, recomiendo que se tomen su tiempo para leer y reflexionar sobre estos conceptos, que fueron expresados a viejas camadas de alumnos de la Mu Bi Kwan. Me retiro y los dejo a solas con el texto. Saludos, M.



Idea de la práctica
"Ustedes no tienen más que un efímero potencial para desarrollar, y éste se diluye rápidamente. Si no lo concentran se
pierde el tiempo y el esfuerzo. Es absurdo pensar que toda la enseñanza del Mu Bi Kwan pueda darse de una vez y para siempre. Cuando realicen un ejercicio no lo analicen; lo que más importa es hacer el ejercicio y estar seguro de que se lo podrá repetir exactamente. Luego, permita que su comprensión se desarrolle y extraiga de él las relaciones que su análisis le dicten."


Idea del desarrollo
"A causa de lo que antes ha sido y ahora es, ciertas reacciones son inevitables. Enfrentados con un período de ENSEÑANZA, ustedes lo comparan con una clase más, lo que no es lo mismo. También tienen la tendencia de comparar lo que conocen de una enseñanza pasada con lo que perciben de le enseñanza presente. Tales comparaciones olvidan que el trabajo en Mu Bi Kwan es evolutivo, no repetitivo.

"Si desean practicar sin Maestro, o ejercitarse sin Instructor, tanto ustedes como el Sipalki caerán en el automatismo y la repetición. No estoy aquí para convencerlos de nada. Estoy aquí para cumplir una función. Voy a ustedes en la medida en que ustedes vienen a mí. Les estoy dando tantas oportunidades como puedo hacerlo. La práctica estará vinculada con ejercicios individuales y colectivos; permitan que ellos les proporcionen sus múltiples beneficios. Sean conscientes de los puntos que se destacaron aquí, pues serán de vital importancia para el desarrollo futuro."

Maestro Carlos A. Doorn"

Arte en Corea

Surfeando las olas de Internet, munidos tan sólo de bronceador y lentes de sol, hemos dado en encontrar una interesante página con infromación muy jugosa sobre Corea, que queremos compartir con todos nuestros amigos:

http://informacioncorea.iespana.es/cultura.htm

La web en cuestión "está dedicada al Maestro Suh Tae Suk, 8º dan de Taekwondo W.T.F. (World Taekwondo Federation) y F.E.T. (Federación Española de Taekwondo), residente en Granada (España) y pionero de este arte marcial en Andalucía Oriental". Por supuesto, allí puede encontrarse mucha info relacionada específicamente con el Taekwondo.

Hecha la correspondiente aclaración sobre el origen de este artículo, los dejamos a solas con su contenido, en este caso referido a distintas disciplinas del arte coreano. Que lo disfruten, y buen fin de semana para todos, M:

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El arte coreano contiene varias características distintivas que culminan en un estilo propio. El arte respeta la naturaleza y el medio ambiente. La pintura y cerámica ofrece básicamente colores serenos, equilibrados y suaves.

Otra característica del arte coreano es el humor. Una exageración audaz y la singular belleza del espacio que se concentra en un círculo imperfecto son los ejemplos de humor.

También se podría mencionar la armonía serena como paradigma del arte coreano. Significa, pues, que no abundan excesos, sino más bien las materias y cosas son justamente seleccionadas, de acuerdo con sus entornos.

Además de estas características el arte coreano se ha heredado una estética de reflejar la belleza con una honradez y sencillez completamente desprovistas de artificio.


Lista del Patrimonio Cultural coreano en el Mundo

Por primera vez, tres de los tesoros nacionales más apreciados fueron incluidos en la Lista del Patrimonio Cultural del Mundo de UNESCO el 9 de diciembre de 1995, donde figuran 469 monumentos culturales y naturales de 105 países. Los tesoros nacionales galardonados de Corea son: el templo de Pulguksa del siglo VIII y su pétrea Gruta de Sokkuram en Kyongju, provincia de Kyongsangbuk-do; la Tripitaka del templo Haeinsa del siglo XIII en la provincia de Kyongsangnam-do, que se encuentran en la parte sureste del país, y el Santuario Chongmyo de Ancestros Reales de la Dinastía Choson en Seúl, capital de Corea. Y en 1997 se añadieron a la lista dos de los atractivos culturales de Corea: la Fortaleza Hwasong y Changdok-kung. Además, en 1997 UNESCO implantó un nuevo sistema de registro mundial de los documentos y registros con el propósito de la conservación de los documentos antiguos utilizando nuevas tecnologías. Hummin chongum y Choson wangjo sillok fueron los primeros items a registrar, de la herencia cultural escrita de Corea, bajo el nuevo sistema de UNESCO. La inclusión en la lista identifica ser parte del monumento cultural de toda la humanidad. Y esta inclusión significa un orgullo para Corea porque es una prueba de que la comunidad internacional reconoce los valores de sus tesoros nacionales.

Literatura

La literatura coreana refleja grandes diferencias de los períodos anterior y posterior a las influencias occidentales. Durante el período preoccidental, la literatura recibía el influjo del chamanismo, budismo y confucianismo. Bajo tales influencias, la población aceptaba su situación con resignación. Se le responsabilizaba de su propia y fatalista visión de la vida. La literatura más antigua insistía en el amor a la naturaleza y a los hombres, sosteniendo que ambos valores formaban un dúo indivisible. Al principio, la literatura coreana se basaba en la tradición oral, por lo que muchas obras literarias eran también cuentos y leyendas que cantaban o recitaban a los antepasados de algunas tribus coreanas, y que solían representarse durante los rituales tribales, celebraciones religiosas, sacrificios y reuniones políticas. Las normas sociales, la moral y las costumbres han influido en la literatura coreana de manera significativa. Por lo tanto, el bien es siempre objeto de recompensa, mientras que la maldad nunca queda sin el correspondiente castigo. La literatura más antigua refleja ciertas normas de conducta, como la lealtad al rey, el amor filial, el respeto a los mayores, la verdadera amistad y la castidad femenina. Debido a la influencia occidental, la literatura coreana moderna se ha hecho eco de la disensión política y moral, desviándose de los temas tradicionales hasta abarcar gran diversidad de temas. Las primeras obras escritas aparecieron en el Reino Shilla durante el siglo VIII. La escritura utilizada era una adaptación fonética de los caracteres chinos que se conocía como idu. No se conservan más de 25 poemas llamados hayngga, representativos de aquel estilo. Durante la Dinastía Koryo cobraron gran popularidad un tipo de versos populares llamago Changga "Versos más largos". A finales de esta misma dinastía, el sijo, un nuevo estilo poético, obtuvo gran predicamento. El sijo solía consistir en una estrofa de tres líneas que transmitía un mensaje condensado. Tras la invención de los alfabetos han-gul, surgieron varios tipos de poemas de amor. A mediados del período Choson, la composición poética más frecuente era conocida como kasa. Los literatos expresaban su admiración por la belleza de la naturaleza a través de kasa, una poesía típicamente coreana, aunque escrita en chino. La introducción del Sirhak (Estudios Pragmáticos) durante los siglos XVII y XVIII y la influencia occidental, a menudo a través del cristianismo, aportaron una nueva energía a la literatura coreana. El concepto de la igualdad humana, hoy valor universal, se convertiría en tema recurrente. De ahí que se criticase la desigualdad en la sociedad tradicional. La posibilidad de verter todas las obras al han-gul representó un gran cambio en el ámbito literario. Asimismo, la figura de los autores ya se diversificó desde literatos a gente común. El pionero de la literatura de ficción coreana fue Kim Si-Sup (1435-1493), con sus Nuevos Cuentos de la Tortuga Dorada, escritos en chino. Solamente el primer libro, que contiene cinco cuentos, ha llegado hasta nuestros días. Estos cuentos se caracterizan por desarrollarse en un entorno coreano y singularmente, por sus finales trágicos, a diferencia de los ambientados en China, con sus típicos finales románticos y felices de obras anteriores. La obra Hong Kil-Tong de Heo Kyun se la considera la primera novela redactada en lengua vernácula. Esta obra escrita en el siglo XVII se trata de un comentario social, que arremete contra la desigualdad de la sociedad Choson. Durante el siglo XIX se hicieron muy populares las pansori u "la ópera-solo". Versaban sobre cuentos cantados por un artista profesional en un escenario al aire libre. Solían ser de corte satírico e iban dirigidos contra las clases altas. En la época anterior y posterior a la colonización japonesa de 1910, una nueva conciencia nacional, representada a través del medio literario, escrito en han-gul, se denominó "Shinmunhak" o "la nueva literatura". Choi Nam-Sun publicó en 1908 un poema llamado "Del Mar, a un Niño", en la revista Sonyon (Niño), que dio origen a la poesía moderna o verso libre en Corea. En 1914, Yi Kwang-Soo comenzó a publicar sus novelas modernas en la revista Chongchun (Juventud) y su aportación a la literatura coreana moderna goza de un alto reconocimiento. Hasta finales de los años 60, el talento creativo se expresaba a través de este género. Los temas favoritos eran la injusticia social y la influencia deshumanizadora del proceso industrial y la modernización. Recientemente, las obras de escritores destacados como Yi Mun-Yol, Lee Chong-Yun y Oh Jong-Hee han sido traducidas en varios idiomas, incluidos inglés, español y francés. Se espera en un futuro no muy lejano que las obras de los autores coreanos lleguen a ser tan apreciadas en otros países como hoy lo son en Corea.


Pintura

La pintura coreana presenta una serie de los logros culturales, vigor creativo típico y el sentido estético del pueblo coreano. La pintura coreana ha evolucionado constantemente a lo largo de toda su historia, desde la época de Los Tres Reinos (57 a.C.-668 d.C.) hasta nuestros días. Las muestras más tempranas del período de los Tres Reinos son los murales de las tumbas de Koguryo, en el sur de Manchuria y cercanías de Pyongyang (siglo III-IV), y de la tumba 155 de Kyongju, capital de Shilla (siglo VI). Suele afirmarse que mientras las pinturas de Koguryo poseen ritmo y dinamismo, las de Shilla resultan un tanto especulativas y meticulosas. Durante el período Koryo (918-1392), la pintura floreció con gran variedad de estilos, heredando la tradición artística del Reino Unificado de Shilla que significó la edad de oro de la pintura. Los artistas de aquella época pintaron los murales de los templos y las imágenes budistas en rollos de papel, contribuyendo al florecimiento del budismo en Corea. Muchos maestros pintores plasmaron obras cuyos temas solían ser "Los Cuatro Caballeros" (flor de ciruelo, orquídea, crisantemo y bambú), además de retratos y pinturas budistas. A principios de la Dinastía Choson, los mejores pintores eran incapaces de liberarse del conservadurismo y permanecían fieles al estilo oficial de las escuelas del Norte y Sur de China. En el período de Choson, siglo XVIII, se experimentó un significativo avance. Chong Son (1676-1759), un pintor de carácter verdaderamente nativo, se entregó apasionadamente a pintar el paisaje real coreano. Entre sus obras destacan "Monte Inwangsan después de las lluvias", "La Montaña de Diamantes (Kumgangsan)" y "El Valle de la brisa fresca", una muestra de su originalidad indígena coreana. Durante la última mitad del siglo XVIII, la ciencia y tecnología europeas llegaron a Corea a través de los misioneros católicos y el Sirhak indujo a los artistas a buscar la verdad en la realidad. Se comenzó a pintar temas seculares, como escenas de la vida diaria del pueblo o pintura de género. Se puede decir que esta tendencia reflejaba el cambio de actitudes de la dinastía Choson con respecto a la sociedad moderna. Los artistas pioneros de las pinturas de género, Kim Hong-Do (1745-1806) y Shin Yun-Bok (1758-?), pintaron varias obras de notable vigor que nos evocan cómo se vivía en la sociedad Choson. Las pinturas anónimas, de un estilo algo menos sofisticado que las ejecutadas por los artistas-letrados confucianos, reflejaban más bien la vida cotidiana del coreano común y corriente, sus sueños y sus aspiraciones. Coloridas y llenas de vida, estas pinturas se habían liberado de las limitaciones convencionales. En la actualidad despiertan un gran interés tanto en Corea como en el extranjero. Tras el desorden político y la anexión de Corea por Japón en 1910, los estilos pictóricos tradicionales entraron en decadencia bajo la política japonesa colonialista. En esta misma época se introdujo la pintura occidental al óleo, que llegaría a prevalecer. En 1945, tras la liberación del dominio japonés, la tradición pictórica coreana volvió a cobrar vida gracias a grandes artistas. Un buen número de artistas coreanos con formación europea y norteamericana ha desempeñado un papel importantísimo introduciendo en Corea las tendencias y estilos contemporáneos. Tanto la pintura tradicional oriental como los óleos de estilo occidental florecen actualmente en Corea y cuentan con varios artistas notables que hacen gala de su genio creativo.

Escultura

Las esculturas coreanas más antiguas que se conocen están talladas en las rocas de un acantilado llamado Pangudae, junto a un río, en la Ciudad Metropolitana de Ulsan. También existen algunas estatuillas de arcilla, hueso y piedra representando hombres y animales, procedentes de un poblado neolítico. Durante la Edad de Bronce se fabricaron figuras similares en bronce, barro y arcilla. Pero hasta la llegada del budismo a los Tres Reinos, durante el siglo IV, la escultura no comenzaría a evolucionar significativamente, tanto en calidad como en cantidad. Los Tres Reinos, Koguryo, Paekche y Shilla, abrazaron con entusiasmo la nueva religión. No pocos artesanos se extremaron en la talla de imágenes budistas y en la construcción de pagodas. Con fervor religioso y artístico, tallaron innumerables imágenes budistas y construyeron pagodas de formas y materiales diversos, como bronce, piedra y madera. Las diferencias regionales entre los Tres Reinos se orillaron gradualmente, al tiempo que se asimilaba al arte de Tang de la China. La escultura budista gozó de una "edad de oro" durante los dos siglos que siguieron a la unificación de la península por el reino Shilla, en el año 668. La Gruta Sokkuram, construido a mediados del siglo VIII en las cercanías de Kyongju, representa la mejor escultura budista del período. La Dinastía Koryo proclamó al budismo como la religión oficial. De ahí que la talla de imágenes budistas continuamente florecía durante toda la época. En consecuencia hubo gran producción de imágenes budistas y pagodas de excelentes calidad artística. La escultura budista entró rápidamente en declive en los albores de la Dinastía Choson, a finales del siglo XIV, toda vez que la política nacional de la aristocracia reinante estaba dirigida a suprimir la religión. En general, la escultura experimentó un deterioro considerable durante todo el período Choson, puesto que aquella sociedad, dominada por el confucianismo, no la valoraba en nada. A pesar de la brillante escultura antigua y medieval en piedra y bronce, la escultura moderna no surgió en Corea hasta hace muy poco tiempo. El primer escultor moderno destacable fue Kim Pok-Chin, quien cursó sus estudios en Japón, a finales de 1910. Cualquier avance en este campo quedó frustrado por el período colonial, pues la mayoría de los escultores se dedicaron simplemente a imitar las técnicas occidentales. Después de la Guerra de Corea (1950-1953), los círculos artísticos coreanos comenzaron a recobrar cierta vitalidad y la escultura moderna creó su propio ámbito a finales de la década de los 60, cuando crecieron las escuelas contrarias de realismo y abstracto y los escultores comenzaron a emplear una gran diversidad de materiales.

Orfebrería

En las excavaciones arqueológicas fueron hallados una gran variedad de piezas de bronce, como espejo, hachas, cuchillos y campanas, que datan de la Edad de Bronce. Estos objetos, decorados con interesantes motivos animales y geométricos, son una muestra elocuente del avance técnico realizado por los antiguos artesanos de la orfebrería. La orfebrería experimentó un desarrollo constante hasta comienzos de la Edad de Hierro y desde el siglo I a.C., cuando emergieron los Tres Reinos, Koguryo, Paekche y Shilla, ya se había alcanzado un alto grado de refinamiento. Los arqueólogos comprobaron que los grandes túmulos sepulcrales pertenecientes a la aristocracia de Shilla (57 a.C.-935 d.C.) son una fuente inagotable de geniales obras en metal producidas por antiguos artesanos. En estas tumbas se hallaron una abundante colección de fabulosos adornos de oro, patrimonio de reyes y reinas, tales como coronas, pendientes, collares, pulseras y cinturones. Las coronas de oro, en particular, son una muestra de su notable nivel artístico. Los adornos verticales en forma de árbol, las diademas y colgantes están decorados con grabados lineales y repujados; a los colgantes también se les han añadido lentejuelas de oro y trocitos de jade de forma de coma fijados con un alambre muy fino. Los pendientes están decorados con un refinado trabajo de filigrana combinado con superficies granuladas. Los artesanos de Shilla también sobresalieron en la producción de campanas para los templos. Las campanas de bronce de Shilla eran famosas por su diseño elegante, sonoridad y colosal tamaño. La Campana Divina del Rey Songdok o Campana Emille como se la conoce popularmente, forjada a finales del siglo VII es la más grande de todas las existentes en los templos coreanos. Está decorada con bellos motivos de flores de loto, medallones, flores, llamas y doncellas celestiales.


Cerámica

De la totalidad del arte coreano, la cerámica es la manifestación artística más célebre, según afirman los historiadores del arte y los expertos mundiales. Corea ofrece una gran legado en cerámica que comprende desde las vasijas de barro del Neolítico con su rústico acabado hasta los elegantes jarrones de celadón exquisitamente decorados. Las primeras vasijas del Neolítico se caracterizan por sus bases redondas y estrechas, decoradas con motivos de líneas paralelas y puntos, o "peinadas". Más tarde aparecerían cerámicas pintadas y figuritas de arcilla. La gran cantidad de piezas de barro halladas en las tumbas de Shilla pronostica la siguiente etapa en la evolución de la cerámica. Los tonos que varían del gris al negro o los tonos marrones de la cerámica se determinan según los diferentes grados de oxidación en el horno. Algunas piezas exhiben el inconfundible sello de la influencia del chamanismo. La cerámica producida en Shilla había perdido un tanto de su arte de etapa anterior, posiblemente debido a la influencia budista. Muchos alfareros aplicaron diseños estampados para repetir los mismos motivos decorativos en las urnas funerarias destinadas a albergar las cenizas de los difuntos. En general, durante el período de Shilla Unificado (668-935), la cerámica era más resistente, aunque era más modesta y carente de la ingenuidad encantadora de épocas anteriores. Del siglo XII al XIII, durante la dinastía Koryo, la alfarería experimenta un gran esplendor con el descubrimiento de un misterioso vidriado azul-verdoso para el celadón y la técnica de incrustación. La técnica utilizada para obtener celadón llegó originalmente de Sung de China (960-1279) durante el siglo X y con toda probabilidad fue de los hornos de Tzu-yao. Pero a mediados del siglo XII la creatividad autóctona coreana se floreció para lograr su grado más alto de refinamiento. La técnica de la incrustación, un invento de los alfareros coreanos, consistía en cortar los motivos dibujados en la arcilla y rellenar la cortadura resultante con tiras blancas o negras antes de hornear. Esta técnica, que al principio era sencilla y sobria, dió una belleza noble y sútil a las vasijas de celadón. A finales del siglo XIII, los alfareros comenzaron a abusar de esta popular técnica, abandonando la antigua tradición de moldear piezas de formas diversas y fascinantes inspiradas en los motivos familiares de la naturaleza. Este arte siguió deteriorándose y tras la invasión mongol a Corea, los diseños de incrustaciones comenzaron a ser toscos. El arte del celadón desapareció en el siglo XIV y el secreto de la creación de aquellos luminosos vidriados verde-azulados permanecería olvidado hasta su recuperación, y en el siglo XX. Durante la Dinastía Choson, el confucianismo ejerció una influencia social predominante. El cambio de los gustos sobre la cerámica era análogo al cambio de la sociedad en general en la dinastía Choson. Y este cambio social se reflejó en el arte de la cerámica. Las porcelanas blancas se hace popular durante el período Choson. En aquella época, el gobierno controlaba los hornos que fabricaban porcelanas blancas y celadones azules, decorados con incrustaciones. Las porcelanas blancas con el fondo de vidriado azul solían decorarse con motivos de flores de ciruelo, orquídea, crisántemo, bambú, flores de loto, arabescos e hierbas del otoño. A partir de mediados del siglo XIX, la cerámica coreana se deterioró, tanto en forma como en técnica, reflejando la decadencia de la misma dinastía. No obstante, Ichon, en la provincia de Kyonggi-do, a una hora de distancia de Seúl, ha sobrevivido como refugio de alfareros durante casi 600 años, aunque muchos de los artesanos actuales no comenzaron su trabajo hasta después de la Guerra de Corea. La alfarería de esta ciudad ha tenido siempre una gran fama debido a la alta calidad de su arcilla y a la pureza de sus aguas que carecen de minerales. Los minerales pueden contaminar la arcilla y hacen producir colores distintos de los deseados. Además de los hornos, existen numerosas tiendas y museos de alfarería en los que se exhibe la producción de los distintos talleres y se transmite la historia de la porcelana y la cerámica. En la actualidad, la mayoría de los talleres de Ichon produce alfarería tradicional, imitaciones del celadón de Koryo y porcelanas de Choson. Pocos alfareros fabrican vajillas modernas.

Arquitectura

La arquitectura coreana premoderna puede clasificarse en dos estilos principales: el de las estructuras de palacios, templos y el de los hogares de la gente común, que comprende numerosas variantes regionales. Para el primero, los antiguos arquitectos coreanos adoptaron métodos de ensamblaje y de ménsulas: el segundo, se caracterizaba por los tejados de paja y el sistema de calefacción llamado ondol. Las clases altas construían casas más grandes con tejados recubiertos de tejas. Los tejados estaban elegantemente curvados, un efecto que se acentuaba con una ligera elevación de los aleros. El entorno natural se consideraba siempre un elemento de suprema importancia en la arquitectura coreana. Los numerosos templos budistas estaban emplazados en las montañas conocidas por su belleza pintoresca y su construcción se planificaba cuidadosamente para conseguir una armonía ideal con sus entornos naturales. Al seleccionar el lugar de edificación, los coreanos solían dar un significado especial al entorno natural. Consideraban que el lugar no era suficientemente bueno para la edificación a menos que el lugar gozase de un panorama apropiado de "montañas y agua". La búsqueda del contacto constante con la naturaleza no sólo se debía a razones estéticas, sino también a los principios geománticos que dominan la psicología coreana. A finales del siglo XIX, tras abrir sus puertas al mundo, a Corea se introdujo la arquitectura occidental. A lo largo de aquellos primeros años, arquitectos e ingenieros occidentales construyeron iglesias y oficinas para las delegaciones extranjeras. Durante los primeros años del desarrollo arquitectónico moderno, los coreanos aprendieron las ideas y técnicas de los arquitectos e ingenieros occidentales. Entre aquellos pioneros de la década de los 30 estaba un arquitecto llamado Pak Tong-Jin, quien diseñó el edificio principal de la Universidad de Corea. Al término de la Guerra de Corea comenzó la reconstrucción nacional y la arquitectura inició una nueva etapa de desarrollo con el retorno al país de dos de sus mejores jóvenes y ambiciosos arquitectos residentes en el extranjero, Kim Chung-Up residente en Francia, y Kim Su-Kuen en Japón. Ambos han realizado grandes contribuiones al desarrollo de la arquitectura coreana. Merece destacar, entre otras, las siguientes obras arquitectónicas, el Estadio Olímpico de Seúl, la obra de Kim Su-Kuen, el Centro Cultural de Sejong, la de Um Tok-mun y el Centro de Artes de Seúl, la de Kim Seok-Chul. Seúl no ha tardado en convertirse en una fascinante vitrina de tendencias y estilos arquitectónicos de vanguardia. El siempre cambiante horizonte urbano habla de la dramática velocidad del desarrollo que ha experimentado la nación durante los últimos años.

Música

La música tradicional de Corea puede dividirse en dos clases, Chongak y Minsokak. La primera comprende toda la tradición musical de la clase alta, y la segunda incluye la música popular o folklórica, aunque fuese interpretada por la aristocracia. En la tradición de la música Chongak sobresalen composiciones de fondo que originalmente se interpretaban durante ceremonias cortesanas, tales como sacrificios, audiencias reales y banquetes. Mientras las melodías Chongak suelen ser lentas, solemnes y complejas por sus versos melódicos largos y elaborados, la música popular que incorpora elementos de cantos rituales budistas y chamanistas, de música campesina, de sanjo (un solo con instrumento) y de pansori (dramas cantados) suele ser colorida, vibrante y emotiva. La música occidental fue introducida en 1893 con la introducción de himnos cristianos. La enseñanza oficial de la música occidental en las escuelas comenzó en 1904 y se difundió rápidamente entre la sociedad urbana e intelectual. Hong Nan-Pa compuso "Pongsunhwa" en 1919, una composición tremendamente popular en la historia de la música coreana y una de las primeras compuestas al "estilo occidental". Con la aparición de esta canción, el panorama musical coreano se alejó cada vez más de las influencias tradicionales. En 1945, tras la liberación, los colegios universitarios y universidades de Corea instalaron departamentos de música occidental. Muchos músicos coreanos han estudiado en el extranjero con éxito y han retornado al país para enriquecer la cultura musical de la nación. La primera orquesta coreana de estilo occidental se creó en 1945, con el nombre de Sociedad Coreana de Orquestas Filarmónicas. En la actualidad existen varias orquestas en Seúl y otras ciudades principales. Los coreanos también aprecian mucho la ópera. Desde que en 1948, y por vez primera, los músicos coreanos interpretaron La Traviata de Verdi, han surgido muchas compañías operísticas como la Opera Nacional, la Opera de Kim Cha-Kyong y la Opera de Seúl. En la actualidad, muchos músicos coreanos ofrecen conciertos y actúan en el extranjero. Muchos han merecido las más grandes alabanzas de críticos y público extranjeros. Algunos han ganado premios importantes en competiciones internacionales y otros ocupan puestos prestigiosos como directores de orquesta o como profesionales en otros campos de la música. Chung Myung-Hun es uno de los directores de orquesta que trabaja en el extranjero desde que fuera nombrado primer director de orquesta y director musical de la Opera Nacional de la Bastilla, en Francia. En 1951 se creó el Centro Nacional de Artes Escénicas Tradicionales y ha contribuido a conservar y desarrollar la música tradicional coreana. En 1993 se fundó la Escuela de Música del Instituto Nacional de Artes de Corea, el primer conservatorio al estilo occidental, ubicada en el Centro de Artes de Seúl, en Socho-dong, al sur de Seúl. Orgullosos de su profesorado de alto nivel profesional el conservatorio tiene la meta de hacer situar a Corea en un lugar de prestigio en el mapa cultural internacional. En la actualidad, la música coreana podría dividirse en tres categorías básicas: 1) la oriunda de Corea; 2) occidentalizada; 3) una combinación experimental de Oriente y Occidente.

Danza

En Corea existen seis variedades de danza tradicional: chamanista, budista, confuciana, cortesana, popular y de máscaras. Las influencias budistas y confucianas son muy importantes. Se ha dicho que la influencia del confucianismo ha sido mayormente de carácter represivo, mientras que la del budismo, más tolerante, ha contribuido a la creación de hermosas danzas cortesanas y de muchos ritos funerarios chamanistas. Los bailarines de la antigüedad expresaban, principalmente, un profundo poder extático. No les interesaban las acrobacias físicas, sino la expresión de una alegría metafísica. Muchas danzas tradicionales se desaparecieron durante los 35 largos años de ocupación colonial japonesa y también debido a la rápida urbanización e industrialización de las décadas 60 y 70. Pero durante la década de los 80, los artistas comenzaron a rebuscar aquellas danzas olvidadas. De las 56 danzas de la corte real originales, en la actualidad sólo tienen fama aún el kommu (Danza de espadas) del período Shilla; el hakmu (Danza de grullas) del período Koryo; el kiakmu (Danza de instrumentos musicales) del período Paekche; y Chunaengmu (Danza del ruiseñor que canta en primavera) de la Dinastía Choson. El gobierno considera todas estas danzas como "bienes culturales intangibles" que es necesario conservar, y los bailarines son nombrados como de "Tesoros Culturales Humanos", el honor más alto que puede otorgarse a los maestros artistas y artesanos de la artesanía tradicional. La danza moderna coreana evolucionó gracias al trabajo de pioneros como Cho Taek-Kwon y Choi Sung-Hi, quienes en un principio estudiaron danza tradicional coreana y más tarde, estudiaron la danza extranjera. Después de la liberación de 1945, se fundó en 1950 la Compañía de Ballet de Seúl. En 1956 regresó al país Im Sung-Nam, un bailarín principal, tras completar sus estudios de danza en Japón. Abrió su estudio de ballet en Seúl, y contribuyó al progreso del ballet en Corea. Actualmente, en Corea existen unas 40 compañías de danza tradicional, 30 compañías de danza moderna que incluyen grupos de danzas modernas como el de Yook Wan-Soon y Hong Shin-Ja, y otras 10 compañías de ballet entre las que se cuenta la Compañía de Ballet Universal, una compañía profesional de carácter privado, creada en 1984.

Teatro y Cine

El teatro coreano hunde sus raíces en los ritos religiosos prehistóricos. Tanto la música como la danza están plenamente integradas en el teatro tradicional. Un ejemplo elocuente de este teatro clásico es una danza de máscaras llamada talchum, mitad pantomina y mitad danza con una buena dosis de sátira y humor popular. Según región existen diferencias estilísticas, diálogos y vestuario. Este teatro tradicional fue muy popular en las poblaciones rurales hasta principios de siglo. Las pansori o largas canciones populares de estilo narrativo con que se relatan los antiguos cuentos y el koktukakshi norum (teatro de marionetas), un género practicado por artistas trotamundos, también eran populares durante la época premoderna, los ritos chamanistas, llamados kut, además de ser una función religiosa, tenían la de entretenimiento. El primer teatro al estilo occidental de Corea, Wongaksa, fue inaugurado en Seúl en el año 1908. Hasta entonces, los actores presentaban sus obras en escenarios provisionales o en las plazas de los pueblos, cuando éstas eran lo suficientemente grandes para acomodar el público. En aquel teatro se representaron por primera vez obras occidentales, dando comienzo a un período de romances populares de la llamada nueva escuela de teatro. Durante los años 20 se inició un movimiento más serio, impulsado por un grupo de estudiantes de literatura occidental de Tokio, que se dedicaba a traducir y representar obras teatrales del realismo moderno occidental. El grupo tenían un espíritu más académico que empresarial, pero su impacto se dejaría sentir durante mucho tiempo entre los dramaturgos de generaciones posteriores. El teatro decayó considerablemente tras la aparación de la industria cinematográfica durante la década de los 60 y la televisión. En los años 70 los jóvenes artistas estudiaban y adoptaban tema y estilo de las obras tradicionales como el teatro con danza de máscaras, los rituales chamanistas y las pansori. Para fomentar la actividad teatral, la Fundación de Cultura y Artes de Corea patrocina un festival anual de teatro. La primera película coreana se estrenó en 1919. Se titulaba La Justa Venganza, un drama cinematográfico que era una combinación de cine con actuación teatral. La primera película de largo metraje, que se titulaba "un juramento bajo la luna" hizo su aparición en 1923. En 1926, Arirang, un filme clásico, una protesta contra la opresión japonesa, producido por el actor y director Na Un-Gyu, obtuvo una entusiasta respuesta del público. Las primeras películas coreanas se caracterizaban por sus connotaciones patrióticas y antijaponesas, que resultaban atractivas para un público que sufría la explotación colonial. Debido a que toda la actividad cinematográfica estaba controlada por los japoneses, a finales de la década de los 30, el cine se degeneró en propaganda chauvinista. A mediados de la década de los 50, la industria cinematográfica experimentó un auge que duraría unos 10 años. No obstante, las dos décadas siguientes fueron más bien de estancamiento, debido mayormente al rápido desarrollo de la televisión y a la falta de interés del público. Desde principios de la década de los 80, la industria cinematográfica ha recobrado cierta vitalidad gracias a algunos jóvenes directores de talento quienes abandonaron los viejos estereotipos. Las películas coreanas se han presentado en los festivales de Cannes, Chicago, Berlín, Venecia, Londres, Tokio y Moscú, acaparando una serie de galardones.

Imprenta y Editoriales

En 1966, en una pagoda de piedra del templo de Pulguksa, en Kyongju, se encontró un pequeño rollo impreso con escrituras budistas, titulado La Pureza de la Luz del Dharani Sutra. Se descubrió que este rollo había sido publicado bajo el mecenazgo de Shilla, aproximadamente en el año 751 d.C., un siglo antes de la aparición del Sutra del Diamante en China, considerado hasta entonces el libro más antiguo impreso con tablas de madera que han llegado hasta nuestros días. Durante el siglo XIII, bajo la Dinastía Koryo, los coreanos realizaron otra hazaña increíble en la historia de la imprenta, al emprender la gigantesca tarea de grabar más de 80.000 tablas de madera para imprimir una versión completa de las escrituras budistas. Este proyecto fue motivado por el deseo de invocar la ayuda de Buda para impedir las invaciones mongoles y particularmente, por el hecho de que una primera edición de esta obra, recopilada dos siglos antes, fue destruida por los invasores del norte. La denominada Tripitaka Coreana, esta segunda edición aún se conserva en excelentes condiciones en los antiguos archivos del templo de Haeinsa. Los registros históricos revelan que los coreanos fueron los primeros en utilizar letras móviles de metal, imprimiendo un libro sobre ceremonias alrededor del año 1234, mucho antes de que Gutenberg publicara su Biblia en 1455. La muestra autentificada más antigua de letras móviles es una colección de sermones del Budismo Zen impresa en 1377, durante el período Koryo. Una copia de esta edición se conserva actualmente en la Biblioteca Nacional de Francia en París. La floreciente industria editorial de Corea se basa hoy en día en su imprenta tradicional y el respeto a la erudición. A pesar de los rígidos requisitos exigidos para ser editor, a finales de 1997 existían 12.459 compañías editoriales. Igualmente, durante los últimos años han proliferado las revistas especializadas en temas como hogar, deportes y recreo, ciencia y tecnología, salud, arte y literatura. Con la excepción de libros de texto escolar, en 1996 se publicaron 26.664 títulos, que sumaron 158,1 millones de ejemplares. La literatura encabezó la lista con 4.411 títulos, seguida de obras de interés juvenil, con 4.107. El tercer lugar lo ocupó la ciencia y el arte con 3.856, seguido de ciencias sociales con 3.373, religión con 1.718, arte con 1.094, historia con 945, lenguas con 1.557, filosofía con 772, ciencias puras con 387 y 359 temas generales. Los libros de texto escolares abarcaron 4.135 títulos.

Museos y Teatros

En Corea abundan las instalaciones culturales de todos los niveles y categorías, donde la gente puede disfrutar de exposiciones y representaciones escénicas a lo largos del año. Estos recintos ofrecen una visión real de los logros culturales y artísticos de Corea, del pasado y también de la tendencia y gustos tradicionales y modernos. Para satisfacer los distintos intereses y exigencias de la comunidad a la que sirven, estas instalaciones se varían en tipo y capacidad, desde grandes museos a escala internacional, hasta pequeños teatros en los que actores y público se entremezclan, entablando una comunicación directa. Hay 223 museos en Corea. Diez de ellos son financiados y dirigidos por el gobierno central. El Museo Nacional de Corea y el Museo Nacional del Folklore están en Seúl, mientras que otros están ubicados en ciudades de provincias, algunos de los cuales fueron capitales de los antiguos reinos. Estas ciudades son verdaderos almacenes de restos y reliquias históricas que iluminan el pasado cultural de su región determinada. Por lo tanto, cada museo posee un sabor histórico propio y único. Además de los museos nacionales y públicos y otros existentes en universidades y colegios universitarios, Corea cuenta con más de una docena de museos privados. Estos museos fueron creados por particulares, organizaciones religiosas y empresas. En la mayoría de los casos, sus colecciones contienen materiales históricos coleccionados por coleccionistas que se dedicaron casi toda su vida a esta tarea. Las colecciones comprenden desde pinturas populares, libros, objetos religiosos, muebles, bordados a indumentarias tradicionales. Corea tiene unos 50 teatros de multi-uso. El Teatro Nacional, fundado en 1950, está situado al pie de la montaña Namsan en el centro Seúl. Tiene como propósito conservar y desarrollar la cultura tradicional y las artes escénicas contemporáneas. Desde su inauguración, el Teatro ha ganado el aprecio popular. A pesar de dificultades y cambios, el Teatro Nacional se siente orgulloso de sus siete compañías residentes: La Compañía Nacional de Teatro, Changguk Nacional (teatro musical coreano), la Compañía Nacional de Danza, la Compañía Nacional de ballet, la Compañía Nacional de Coros, la Compañía Nacional de Opera y la Orquesta Nacional de Música Tradicional. Las siete compañías permanentes en el Teatro Nacional realizan unas 35 producciones anuales. Además, realizan actuaciones especiales de gira en el extranjero y en todos los rincones de Corea. Su sala principal tienen 1.518 localidades; la pequeña, un aforo de 454 y el Norimadang (versión coreana del teatro al aire libre), un aforo de 1.200. El Museo Nacional de Arte Contemporáneo, situado en un pintoresco parque del sur de Seúl, posee una vasta colección de objetos artísticos del siglo XX de Corea y del Occidente. Las galerías de arte han proliferado durante los últimos años, a la par del siempre creciente interés del público en general por las bellas artes. El Centro Cultural Sejong en Seúl es el mayor de todos los teatros de multi-uso. A este centro municipal de artes escénicas inaugurado en 1978, están afiliadas la Orquesta Filarmónica de Seúl, la Orquesta de Música Tradicional de la Ciudad de Seúl, la Compañía Municipal de Danza de Seúl, el Coro Municipal de Seúl y el Coro Municipal Juvenil de Seúl. El teatro principal del Centro tiene un aforo de 4.000 espectadores y su órgano de pipas es uno de los más bellos del mundo. El centro de Artes de Seúl en el sur de Seúl se abrió en febrero de 1993. El Teatro de la Opera es la estrella del centro artístico con un aforo de 2.346 localidades. Este centro, con una superficie total exterior de más de 234.358§³ e interior de 120.951§³, tiene dos salas de concierto, una galería de arte, una sala de caligrafía, una biblioteca de arte y un archivo de material fílmico. El auditorio principal de la Sala de Concierto tiene un aforo de 2.600 personas. También existe una Sala de Recitales con un aforo de 400 espectadores. La Sala de los Festivales, el mayor edificio de todo el complejo del Centro, fue diseñado para albergar tres teatros: un Teatro de Opera con capacidad para 2.346 espectadores, otro Teatro con un aforo de 800 y un Teatro Estudio con un aforo de 300. La programación incluye teatro, ópera, ballet, danza y artes combinadas, con la participación de las principales compañías y artistas coreanos y extranjeros.