viernes, 4 de enero de 2008

Un arte marcial realista

En el primer post de este nuevo año, vamos a referirnos a un asunto que suele ser tema de debate en cualquier discusión sobre artes marciales: la importancia que tiene el grado de realismo de las técnicas que se practican.

Justamente, uno de los aspectos que más se critica a algunas artes marciales es el supuesto carácter "fantasioso" de sus técnicas, tildándolas de "cirqueras", efectistas (y no efectivas), y demás cosas por el estilo.

Desde este blog nunca se ha subestimado a ningún arte marcial, Creemos que cada uno debe encontrar su propio lugar de práctica, aquél donde se sienta más a gusto, y con el Maestro que cada uno considere más idóneo. Si el alumno mantiene sus ojos y cabeza abiertas, el tiempo le dirá si ha elegido bien, o si por el contrario no lo satisface ni lo convencen muchas de las enseñanzas que recibe.

Por eso, eharemos foco en la práctica que venimos realizando en la escuela, con profundas raíces en situaciones de la vida real, que pueden ocurrirle a cualquiera en cualquier momento.

El "arrebato", ya sea a mano limpia o mediante algún objeto contundente y/o corto-punzante, el combate en desventaja numérica, la gresca del todos contra todos, las técnicas de ho sin sul e il su derion desde posiciones de sentado, la permanente crítica del Maestro cuando los alumnos actúan como protagonistas de una película de artes marciales y olvidan que la calle es otra cosa, las conversaciones entre compañeros sobre situaciones vividas y cómo fueron resueltas, las charlas orientadas a condicionar la mente, además del cuerpo, frente a una hipotética e inesperada situación de peligro inminente; todos estos elementos, entre muchos otros, son preparatorios para ese momento en el cual la única opción que queda es hacer uso de la violencia.
Y cuando la violencia tiene lugar, nadie, por más cinturón negro que se tenga, o combates encima, o "aguante", o trofeos ganados, o estado físico, nadie, decimos, está exento de perder. La calle no es uno contra uno, la calle no es a primera sangre, en la calle "marcar" el punto no significa nada, en la calle no hay árbitros, en la calle el público que mira puede intervenir de repente en contra nuestra, en la calle todos los elementos que nos rodean son armas, en la calle no hay "golpes bajos" ni prohibidos.

Es por eso que quien escribe defiende la postura de que el entrenamiento para el combate de torneo no tiene utilidad, o al menos presenta graves deficiencias, cuando se aplica a una pelea en la calle. Prepararse a diario para una pelea con reglas pautadas sólo condiciona para una cosa: una pelea con reglas pautadas. Lo cual no tiene nada de malo, y hasta es posible que sirva para llenar una repisa de trofeos... ¡E incluso hasta para conquistar chicas! Pero no es de ganar trofeos ni de conquistar chicas de lo que tratan las artes marciales. Al menos, puedo asegurar que no es para eso que se entrena en Mu Bi Kwan.

Tampoco entrenamos para exhibiciones: las pocas veces que me tocó asistir a alguna, nos enteramos de lo que debíamos hacer casi en en el momento de la exhibición. Hay una gran diferencia entre las rutinas coreografiadas y practicadas hasta el cansancio, y la respuesta espontánea ante una situación sorpresa. Mientras que la coreografía tiende a ser más espectacular y con un mayor despliegue de técnicas (e incluso, si el "coreógrafo" se deja llevar por la emoción, algunas de ellas terminarán siendo inadecuadas y barrocas para la situación inicial de agresión), la respuesta espontánea que uno ponga en práctica será, por su mismo carácter de espontaneidad, lo más simple que se tenga a mano. Y lo efectivo, si simple, dos veces efectivo.

Quizá por el acostumbramiento a entrenar en un ámbito fijo, con más o menos los mismos compañeros, es que algunos nos sorprendemos cuando alguien critica la "fantasía" de las artes marciales, y asegura que otras cosas, como por ejemplo los deportes de contacto, plantean situaciones más reales de combate. Humildemente, me permito dudar de que dos personas recibiendo y arrojando trompadas y patadas en un mano a mano sea más "real" que agresiones sopresivas con palos o a mano limpia, o luchas entre dos o tres atacantes, por citar sólo un par de ejemplos de las prácticas que en Mu Bi Kwan estamos acostumbrados a realizar. Si hay fantasía en las artes marciales, no viene muy seguido a visitar el dojang de la Mu Bi Kwan.

Sí debo reconocer que alguna vez he visto técnicas de ciertas escuelas que me han parecido cirqueras, orientadas al efectismo y no a la eficiencia. Sí debo admitir que he pensado, varias veces, sobre determinadas escuelas, que su preocupación era, en definitiva, la cantidad y no la calidad de los alumnos que forma. No tengo mucho más para decir sobre estas escuelas (por respeto no voy a mencionar a ninguna, pero seguramente que a cada uno que lea le surgiran sus propios ejemplos), excepto que cada uno elige el camino que quiere transitar, que es completamente lícito elegir hacia dónde se quiere orientar cada escuela, si a lo comercial o a lo didáctico, y que, en definitiva, el día que llegue la hora de aplicar lo aprendido, cada cuál sabrá la verdad sobre la elección tomada.